jueves, 4 de diciembre de 2008

Nos mudamos


Hace ya un mes que recogimos nuestros enseres en cajas de cartón, embalamos los muebles en plástico de burbujas y escondí mis tesoritos de papel dentro de una caja de metal antigua con tapa abollada. Nos mudamos. Cambiamos la casita junto al río por una casita frente al mar, en Tenerife. Pero nuestras cosas aún están dentro de un contenedor de 20 pies, un Dry Van, que aún duerme en el puerto de Santa Cruz.

Con cada mudanza siento como me crecen escamas nuevas en el cuerpo que van creando una capa de células queratinizadas que me protegen de la desecación de recuerdos. Así las cosas que se pierden físicamente en todas las mudanzas se me impermeabilizan en la memoria.

Estas es una pequeña selección de casas que he vivido.

- La casa verde (Burgos): aquí pasé los veranos de la infancia, con una maleta de cuadros rojos y verdes llena de caramelos bajo la cama. En la mesilla de noche, había una lamparita y una jaula enana, redonda y azul con un grillo dentro que me compró mi padre. En la casa verde descubrí, en la librería del salón, un libro sobre Charles Manson que devoré una y otra vez, a escondidas.

- Im Neuenheimer Field (Heidelberg-Alemania): un piso de estudiantes, donde convivíamos dos alemanes, una italiana y yo. Mi mesa de estudio estaba frente a una ventana que estaba al nivel de una ladera que se llenaba de toallas y cuerpos sin ropa en cuanto asomaba un rayo de sol. Los que venían a visitarme llamaban a la ventana para entrabar por ella en lugar de dar la vuelta a la manzana del edificio y entrar por la puerta. En la puerta de la entrada del edificio aparcaba la bici antigua que compré de segunda mano, con ruedas del tamaño de las de un camión. En la parte de atrás le colgaba una matrícula antigua y oxidada: 241 Heidelberg. Tenía mal la dirección. Para girar a la derecha tenía que mover el manillar a la izquierda y viceversa. Lo aprendí a caídas. Me la traje a Madrid en tren, pero ahora ya no sé donde está, la perdí en otro traslado.

- La Dacha (río Ambroz, Cáceres): allí descubrí que las arañas no muerden, los pájaros se mueren también de viejos, que existen patos y tortugas silvestres o que las serpientes huyen con las vibraciones de los pasos. También aprendí que la soledad es un miedo urbano.

Queda algo menos de dos semanas para que las cosas se esponjen entre las paredes y regrese el olor de los recuerdos. Um, qué ganas.

lunes, 27 de octubre de 2008

Experiencia de cuentacuentos para adultos

Yo andaba de vacaciones cuando llamaron a Fernando para que fuera a contar cuentos a una casa de lujo de la Moraleja en Madrid. Le pagaban bien. El encargo se lo hacía un tal Luis que pretendía hacer un regalo de cumpleaños sofisticado, así se lo dijo a Fernando por teléfono, a su mujer. Y como él estaría fuera ese día por motivos de trabajo quería hacerle un regalo original.

El viernes del cumpleaños Fernando se perdió en el laberinto de calles de la macro urbanización de lujo de la Moraleja. Tardó media hora en encontrar la casa. Le abrió la puerta una criada con cofia, de esas que uno piensa que ya no existen.

Ilustrador: Israel Mejia

- Hola vengo a contar cuentos. Es el regalo de cumpleaños de Luis. – dijo Fernando a la criada.

- Pase, por favor.

La criada le acompañó a un salón, más grande que su piso de Móstoles, lleno de unas cincuenta mujeres con copas de champán en la mano y un canapé en la otra, riendo y elogiándose las joyas. La esposa empezó a batir palmas al enterarse que había llegado el regalo de cumpleaños de su marido.

Fernando se puso en mitad del salón y comenzó a contar el cuento popular “Que es lo que las mujeres desean por encima de todas las cosas”. Se hizo el silencio. Alguna abandonó la copa de champán y le miró extasiada. Cuando llevaban diez minutos de cuento la cumpleañera interrumpió a Fernando.

- Oye, pero tú cuando te vas a quitar el pantalón. Deja el cuento y haz el striptease.

A Fernando se le aceleró el pulso. Las cincuentas mujeres corearon: ¡qué se lo quite!, ¡qué se lo quite! Intentó calmarlas, frenó con las palmas de la mano el impulso de alguna de ayudarle con el striptease. Se puso serio y les explicó que él no era stripper sino narrador. La anfitriona le puso mala cara. Y Fernando terminó de contar el cuento mientras ellas volvían a hacer corros agarrando sus copas de champán.

- Menudo regalo –dijo la esposa con un canapé en la boca- será capullo Luis.

jueves, 23 de octubre de 2008

Cuéntale un cuento y verás IV

Al principio puede costar acompañar al niño o niña a la cama, sentarnos, leerles el cuento, y ponerles nuestra mejor sonrisa. Por lo general por la noche estamos tan cansados que sólo nos apetece que el niño se vaya a dormir cuanto antes para poder sentarnos tranquilos frente al televisor. Pero piensa que diez minutos es muy poco tiempo. Hay que planteárselo como ir al gimnasio. El primer día te entrarán agujetas, pero después de una semana le habrás cogido el ritmo, y hasta puede ser que te alargues con el cuento más allá de los diez minutos.

En las Bibliotecas existe “la hora del cuento”. Lleva a tu hijo o hija siempre que puedas allí. Que tenga contacto también con los cuentacuentos, con otras historias, con otra forma de contar cuentos, que tenga contacto con los libros. Tu hijo o hija te lo agradecerán de mayores. Y quién sabe, a lo mejor se convierten en uno de esos afamados y ricos creativos. Y todo porque una vez alguien les dijo Había una vez….
Ilustración de Kay Nielsen

lunes, 20 de octubre de 2008

Cuéntale un cuento y verás III

Y ¿cómo se cuenta un cuento?, te preguntarás. Para empezar, si vas a contar un cuento tienes que ponerle ganas al cuento, buscar un lugar de intimidad con el niño o niña. Puede ser en su cama a la hora de irse a dormir. Es más que aconsejable contar el cuento con el libro entre las manos. Leérselo y poner voces a los personajes. No hay que contarlo de manera acelerada, sino lenta, para que el niño o la niña puedan imaginar la historia según la van escuchando de tus labios. Busca cuentos que también te gustan a ti. Si el niño reclama algún cuento en especial, escúchale y léeselo. Piensa que todos los cuentos le ayudarán.

La hora del cuento, debe ser un momento íntimo entre el niño o la niña y tú. Ellos también buscan tu proximidad, tu cariño. El hecho de que les dediques un momento del día solo y exclusivamente a ellos es el mayor regalo que les puedes dar. Con esto el niño interpreta: Mi mamá y mi papá me quieren tanto que dejan la tele para estar conmigo y hasta me cuentan un cuento. Muchas veces el cuento es lo de menos. Lo importante, lo realmente importante es que estés con ellos. Lo ideal es que le dediques, al menos, diez minutos al cuento.

jueves, 16 de octubre de 2008

Cuéntale un cuento y verás II

Bluebeard, Beatrice Billard
Está demostrado que los niños que escuchan cuentos desde pequeños son más creativos, más imaginativos. Al escuchar cuentos el cuentacuentos está animando al niño de manera indirecta a leer. Si el cuento le ha gustado al niño, el niño reclamará que le vuelvan a contar ese cuento y no otro, y terminará leyendo el cuento.



Todavía me sorprende ver como los niños después de escucharme contarles cuentos salen disparados a la estantería de la Biblioteca a agarrar un libro, se sientan en la alfombra y se ponen a leer. ¿Casualidad? No, no es casualidad. El niño que escucha cuentos quiere leer e informarse más sobre aquella historia que le ha gustado.



A Iván le encantaba escuchar la historia mitológica griega de Ulises y el Cíclope. “La Odisea” es un clásico, forma parte de la cuna literaria, es una obra maestra, culta y universal. Al niño toda esa palabrería le daba igual. Le gustaba ese cuento porque Ulises era un héroe que salvó a quinientos hombres, era incluso mejor que Superman. Y además el Cíclope, tal y como yo lo contaba, era un monstruo repugnante que dejaba los mocos pegados en la cueva, y eso le hacía mucha gracia.


Yo contaba este cuento en el Museo Arqueológico Nacional los domingos por la mañana. No sé la cantidad de veces que Iván vino a escuchar Ulises y el Cíclope. Se lo sabía de memoria. Cada domingo aparecía con un nuevo libro sobre aventuras de Ulises bajo el brazo. Este niño de siete años, termino leyéndose La Odisea en versión infantil, sin quererlo. Su objetivo era saber más sobre ese súper héroe Ulises que me había oído contar.

lunes, 13 de octubre de 2008

CUENTACUENTOS Cuéntale un cuento y verás I

Foto de Carlos Vaquero

Los niños a los que les cuentan cuentos, desarrollan más la imaginación y potencian la inteligencia.

Contar cuentos en América es contar chistes. Aquí, en España, contar un cuento es contar una mentira.

Los cuentacuentos cuentan historias ficticias, historias que no son reales, pero que viven en nuestra imaginación. Caperucita Roja, Los tres cerditos, Blancanieves o El patito feo, viven en nuestra memoria. ¿Existen? Pues claro, están en los libros y en la memoria colectiva.

¿Y por qué es tan importante contar cuentos a los niños? Contar un cuento a un niño es tan importante y necesario como enseñarle a leer, escribir, sumar o restar. Una de las herramientas más codiciadas en el mundo laboral ya no es saber muchos idiomas, que también es importante, ni tan siquiera una carrera universitaria, que también, sino ser CREATIVO. Aquel que tenga creatividad ganará mucho dinero. Y la creatividad se enseña, se cultiva desde pequeño y empieza con la imaginación, con la ensoñación, y aquí es donde entra la labor del cuentacuentos.

lunes, 22 de septiembre de 2008

jueves, 18 de septiembre de 2008

Testimonios: El indígena en Bolivia

Había en Bolivia una servidumbre feudal explícita. Podías ver a un indio cargando un armario, cargando un piano y al cruzarse con un blanco, lo viví personalmente, por esas veredas angostas, rápidamente bajaban de la vereda y saludaban sacando su sombrerito porque estaban educados para rendirle homenaje de servidumbre de paso. Rogelio García Lupo (periodista e investigador).

Yo empecé a trabajar de los 7 años en esta hacienda. Pero nunca he podido recibir dinero de mi trabajo que hice en esta hacienda. Siempre nos pagaba con víveres, con ropa. Nada más con eso. Tampoco tenemos sábados, ni domingos. Ni tampoco conocemos día ferial. Todo el tiempo trabajamos en esta hacienda. Nosotros ahora demandamos este territorio. Porque ya no queremos más esclavitud. Ya no queremos más servidumbre. Carlos Sosa (campesino Guaraní).
En este enlace se puede ver la película documental "BOLIVIA PARA TODOS" de Emilio Cartoy Díaz: http://video.google.com/videoplay?docid=1217895292198563182&hl=es

lunes, 15 de septiembre de 2008

Estamos de fiesta

Inés Mendoza y Ángel Zapata se han casado. El martes pasado formalizaron su unión. Sin nadie. Ellos dos solitos. Llegaron al registro, firmaron y se fueron. Sin banda de música, ni trajes de novios, ni ramo de flores, ni arroz a la salida. Se casaron al estilo reveindicativo e inconformista de Zapata: "a mi bolilla".

Días después llamaron por teléfono a los amigos para decirnos que el martes pasado se habían casado. Cada uno reaccionó a su manera. ¿Cómo? ¡Hostias! ¡Felicidades! ¡Qué notición! ¿No digas? ¿Estás embarazada? Jeje ¿Ángel quiere la nacionalidad venezolana?

Menudo notición. Y como no podía ser de otra manera habrá fiesta el sábado 20 a la que se puede asistir vestido o desnudo con la única condición de no llevar regalos que se puedan comprar. En esta fiesta solo se admiten abrazos, cuentos, discursos, canciones y besos.

¡Felicidades! parejita.

Estamos de fiesta.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Vuelta al cole

Ana acaba de empezar, otro año más, sus clases de instituto en New York y a las 8:20 de la mañana ya se estaban pegando de leches dos chavales de 15 años en su clase. Eso es empezar con energía. Se necesitó la presencia de otra profesora, 2 deans y 3 policías para frenarles.

Lucía también inaguró sus clases en un instituto de Paris a broncas. Estaba de espaldas escribiendo una palabra en la pizarra cuando sintió un aluvión de objetos en la cabeza. Está bien –les dijo y se dio la vuelta- quién ha sido. Todos guardaron silencio. Lucía sabía quienes eran, ya le habían avisado otros profesores. Señaló a los dos supuestos autores y les sacó a la pizarra para que escribieran unas frases. Ella se sentó en uno de los pupitres y cuando los muchachos estuvieron de espaldas a la clase les arrojó bolígrafos, bolas de papel, rotuladores, gomas. Los otros alumnos la miraron y se dieron codazos entre ellos hasta que los dos chicos se dieron la vuelta mosqueados y Lucía disimuló como si tal cosa. Seguid escribiendo–les dijo.

martes, 9 de septiembre de 2008

Cena para dos

Ñam, ñam y glup, glup.
Ñam, ñam
Glup, glup.
Crunch. Ñam,ñam.

¿Clip o clap?.
Clip, clip. Jaja. Ñam, ñam.

¡Stic,stac!
¿stic,stac? Sniff.
Glup
Glup,glup. Ñam, ñam.

Glup, glup, ¡Chin, chin!.
Chin, chin. Gluu...
Scrunch.

Uhmm.

¡Tachín!

viernes, 5 de septiembre de 2008

Cosas de Jimena II

-Mamá, el Dios ése, ¿dónde está?
-¿Qué Dios?
-Pues Dios, mamá.

Sonia cae en la cuenta. Pero no sabe qué decirle.

-¡Ah! Pues… Dios… está en todas partes.
-Y si está en todas partes como es que yo no le he visto.

Sonia guarda silencio mientras piensa que responder. Pero Jimena se le adelanta.

-Cuando le veas, le sujetas. ¡Eh, mamá! Que quiero verle.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Cosas de Jimena I


Sonia, mi vecina, movió los billetes de avión delante de sus hijas.

-Nos vamos de vacaciones a la playa.

Irene y Jimena saltaron y dieron palmadas. Sonia les dijo que en el hotel había una discoteca para niños. Jimena, que recién había cumplido los cuatro años, miró a su madre y dio brincos.

-Qué bien, mamá. Podré leer muchos cuentos.

Sonia se dio cuenta que Jimena había confundido la palabra discoteca con biblioteca.

-Jimena, la discoteca es para bailar.
-No, mamá. En la teca hay muchos cuentos y se pueden coger.
-Eso se llama biblioteca no discoteca.
-Sí, Jimena. -Le confirmó su hermana Irene que tiene siete años- En la discoteca hay canciones. Es muy divertido. ¿Verdad, mamá?

Jimena dejó de pegar saltos.

-Bueno –y suspiró- me llevaré cuentos.

lunes, 11 de agosto de 2008

Limpiar el alma

Tiré el alma a la basura. Pero cuando la vi ahí, entre cáscaras de huevo, manchada de tomate y salsa de ostras me dio pena. La recuperé y la puse bajo el grifo para limpiarla. Soy una romántica, lo sé, qué le vamos a hacer. Y con el alma en la mano vi una oferta de Carrefour de esas de 3x2: si compraba dos almas me regalaban una más. Y qué hacía yo con tantas almas en casa, me pregunté. Y sobre todo qué hacía con ese alma mojada y lánguida en la mano. Podía llevarla como repuesto en el bolso junto a las compresas. Pero acabaría la pobre hecha un asquito, arrugada y manchada de carmín. No sé cómo pero todo lo que lleva más de dos meses dentro de mi bolso acaba manchado de pintalabios rojo. Es un misterio.

Como decía, llevar el alma en el bolso no era tan buena idea. Con lo que pesa un alma, como para llevar siempre dos encima, una pegada al cuerpo como garrapata y otra en el bolso. Uf, ni hablar.

Tampoco tenía tan claro eso de querer cambiarla. El alma como los pianos, cuanto más viejos más valor toman. La miré, parecía una patata vieja y consumida. Y decidí llevarla al médico para que la revisara y le hicieran un scanner. Pero el médico me respondió que lo que tenía era un virus que afectaba al alma y que llevaba tiempo circulando por la zona, así que de radiografía nada de nada.

- ¿Y ya está? -le pregunté- ¿no quiere auscultarla o hacerle un análisis de suspiros?
- Nada, nada -me respondió con un apretón de manos-, reposo, reposo y reposo durante dos días. Esa es la mejor cura.

Volví a casa con esa patata arrugada por alma y le di vueltas entre las manos sin saber si congelarla envuelta en celofán o volvérmela a colgar a la espalda. Me decidí por lo primero y la congelé. Después de dos días la recuperé del congelador y la dejé despertar al calor del sol apoyada en la repisa de la ventana. Cuando se descongeló tomó una forma arrugada y se encogió hasta ser como una pasa con un color marroncete sospechoso. Olía a carne podrida. Así que cerré los ojos, la tiré a la basura e hice un nudo a la bolsa.

De todo esto hace ya seis días y desde entonces no la echo de menos. El cuerpo me pesa menos y dejé de tener dolor de cabeza por su culpa. Y ahora que leo en una revista que el alma es espiritual e inmortal me da por reír. A quién pretenden engañar.

jueves, 26 de junio de 2008

Con sabor a sugus

Autores:
Elisa Agudo; Sonia Aldama; Luisa Antolín; Ana Añón; Inés Arias de Reyna; Rosario Barros; Elena Belmonte; Joaquín Bernal; Valentina Blanco; Carmen Cacho Ordaz; Isabel Cañelles; Álvaro Cerezo; Cristina Cerrada; Isabel Cobo; María José Code; Piti Corella; Carmen Cuevas; Elena Del Hoyo, Guido Eytel, Ana Fabregat; Esperanza Fabregat; Alfonso Fernández Burgos; Ignacio Ferrando; Emilia G. Fidalgo; David Gallego; Mila García Guerrero; Carmen García-Romeu; Carmen, Chema Gómez de Lora, Pablo Insua, Josheras, María La O, Lara López Fernández, Ángeles Lorenzo, Gabriela Llanos; Marisa Mañana; Juan Carlos Márquez; Chus Melchor,; Inés Mendoza; Pili Mera; Juanjo Meraplabra; Carlos Molinero; Beatriz Montero; Emilio Montero; Flor Moral, Elías Páez; Enrique Páez; Ismael Perpiñá; Luis Recuenco; Mar Redondo; Paloma Romero; Basilio Ruiz Cobo; Viky Ruiz; Javier Sagarna,; Pedro Sánchez Torrente; Cesarea Sánchez Turanzas; Valentina Sánchez Melchor (8 años; Victoria Santesmases; Amparo Seijo; Teresa Sotillo Rubio; Pilar Tesorero; Magdalena Tirado; Mariana Torres; Jesús Urceloy,; Enrique Valladares; Sonia Vélez; Berna Wang; Elena Yáguez; Fabricio Zamora,; Ángel Zapata.

martes, 17 de junio de 2008

"Con sabor a sugus" y fiesta sorpresa

"Con sabor a sugus"

Cuatro meses dedicados a la fiesta sorpresa para Enrique, que se merece eso y mucho más, y a la edición del libro “Con sabor a sugus” que tenía que estar listo para la fiesta del sábado 14 en la sala Clamores de Madrid. Como era una sorpresa no podía escribirlo en el blog.

“Con sabor a sugus. 15 años del Taller de escritura de Madrid” (ISBN 978-84-95327-03-1) es una recopilación de memorias de alumnos, profes y amigos de los 15 años del Taller de Escritura de Madrid que fundó Enrique Páez y que este año deja para dedicarse por completo a la Escritura. En el libro hay también fotos y recortes de prensa.

Al libro le he dedicado meses para la recopilación de material, escribir, la edición, la maquetación, a lo que se le unió la muerte del anterior ordenador ¿te acuerdas?, la imprenta, el libro de cómo contar cuentos y las actuaciones, de no haberme ido una semana de vacaciones hubiera reventado.

Ha merecido mucho la pena por ver la cara de Enrique y por la satisfacción de un trabajo bien hecho. Nos ha quedado muy bonito. Pero algo así no se hace solo, se necesita la ayuda de mucha gente, a los que quiero dar las gracias por tanto trabajo. Ellos son:

Mila García Guerrero. Mila, fue mi bastón de apoyo, cada vez que tomaba una decisión sobre la edición o sobre la fiesta le pedía consejo y a ella todo le parecía maravilloso. Gracias, guapa. No sabes todo lo que me ayudaste.

Javier Sagarna, que además de dirigir la Escuela de Escritores y dar sus clases, localizó antiguos alumnos de los que yo no tenía su dirección, me mandó fotos, videos y estuvo ahí cada vez que le enviaba un SOS. Muchas, muchas gracias Javier.

Isa Cañelles y Berna Wang que también me ayudaron a localizar a gente y estuvieron allí, al pie del cañón durante todos estos meses. (Berna te eché mucho de menos en la fiesta).

Chema Gómez de Lora. Gracias, Chemita, por comprar los sugus para Clamores (tenemos que hacer cuentas), por su propuesta de “si fuera…” y organizarlo, por participar en el libro mientras terminaba el libro teórico de Cómo escribir Literatura Infantil y un libro de ficción. Menudo curro, ahora sé lo qué es eso ;)

Carlos Molinero. Ay, Carlitos, qué agobiado estaba por las productoras que no dejaban de achucharle para que les entregara dos guiones. Le quitó horas al sueño para participar en “Con sabor a sugus”. Es un solete.

Piti Corella que le robó a su enfermedad de cansancio crónico un maravilloso poema dedicado a Enrique. Menudo esfuerzo. Eres cojonuda.

La artista Victoria Santesmases, por su disposición con sus bellas obras para poder utilizarlas como ilustraciones dentro del libro. Tardó un solo día en enviarme una selección de las obras de su última exposición. Además de intervenir con ideas para la cubierta. Así da gusto.

Antonio Garrido. El diseñador gráfico y creador final de la cubierta. Al que volví loco con mis idas y venidas. Menos mal que tiene muy buen carácter. Gracias por tus propuestas y tu profesionalidad.

Artes Gráficas Hontiveros de Béjar (AGH), que cumplió con los tiempos de entrega (algo difícil de conseguir con las imprentas) y por dejar una edición preciosa y muy bien rematada.


Elías y Emilio, que estuvieron llevando cajas, organizando la entrega de libros y haciendo las fotos de la fiesta.

Alberto Pérez (La Mandrágora), que iba a venir a cantar a Clamores para la fiesta sorpresa pero que al final le adelantaron una operación y estuvo todo el sábado enviándo mensajes al móvil para felicitar a Enrique mientras se recuperaba en la cama.

Y todos los que han participado en el último libro del Taller de Escritura de Madrid, el libro número 15, un total de 70 personas, que han logrado que salga un libro de memorias y gamberradas precioso y a los muchos que vinieron a la fiesta porque sin todos ellos nada de esto hubiera sido posible, por mucho que yo me hubiera empeñado.

Y por último dar las gracias a Enrique, por no enterarse de nada y aguantarme estos meses de regla histérica.

Crónica de la fiesta sorpresa

Las fiestas sorpresas tienen que ser ante todo una sorpresa. Por eso el sábado le propuse a Enrique ir a Madrid para ver la película “Aritmética emocional”. Era la excusa para llevarle a la fiesta que para él era una sorpresa. Pero la sorpresa me la llevé yo. No quiero ir a Madrid –me dijo y siguió untándose la mantequilla en la tostada-. Y por más que le vendí la película, nada, siguió aferrado a su taza de café y al "de aquí no me muevo”. Así que le di en la cabeza con el libro “Con sabor a sugus” y le dije que le estaban esperando en Madrid para la presentación del libro. En estado de shock y sin acabarse el café le saqué de casa y con las prisas olvidé mi móvil.

Había imaginado muchas formas de darle el libro: envuelto en papel de regalo, con una copa de vino, atado en un lazo rojo, pero nunca imaginé al estilo Obelix.

Antes de la fiesta…

A las 18h del sábado había quedado en la sala Clamores para las pruebas de sonido y para traer unas cajas de libros. Pero cuando llegué no había aparecido ni Cristo. A las 18:15h terminé un sudoku. El primero en aparecer fue Javier Sagarna, y después llegaron los demás: Emilio, Elías, Carlos, Mila, Chemita, Urceloy. Fuimos directos a tomarnos unas cervezas en la barra, ni pruebas de sonido ni ensayos, cervezas. Los nervios flotaban en el ambiente. Carlitos estaba aterrado con la idea de subirse al escenario. Mila decía que había escrito una bobería y que era mejor no leerlo. Javier insistía que necesitaba tres cervezas más para cantar a pelo el “Yo soy aquel” que le había pedido.

Llegó la gente…

En Clamores nos reunimos un buen número de personas. Enrique no dejó de sonreír y firmar libros. Es que se lo merece, joder -decía Isma emocionado. Allí estuvimos muchos: los 70 participantes del libro; los del jueves: Elena Yáguez, Héctor, Flor, Pableras, Teresita, Isma, Pepe San Leandro; representantes de la familia online: Pilar, Cesi, su chico, y su peque, Ana Añón y su chico; Germán, Isa y sus dos peques, que además de la zampada a sugus, se partieron de la risa al oír cantar a Enrique y a Javier Sagarna “Yo soy aquel” de Rafael; Gabi Llanos, Lara López y Jose Carlos, Germán Sánchez Espeso, Tito, Sonia, Javier, Elena, Chitín y sus 87 años, Jorge, Alma, Emilio Guzmán, Jose y Luisa Mari, Carmen García-Romeu, Alfonso Fernández Burgos, Zapata e Inés con su carnet de la CNT, Marisa Mañana, Paloma Vallhonrat que me confesó que le hubiera gustado hacer la cubierta del libro y un largo etc.

Las intervenciones en el escenario…


Chema habló de las cosas que haría Enrique si éste se perdiera en el bosque, una de las cosas que haría sería buscar azucarillos y la lista de alumnos del Taller. Mila dijo que si Enrique fuera el próximo candidato a la presidencia del PP pondría a Espe en un instituto de Vallecas y cambiaría el nombre de Partido Popular por PaPi; Partido Picante o PaPo; Carlitos contó que Enrique era el maestro Jedi que toma a su cargo a aprendices Padawan y habló de su viaje iniciático de novela, novela que aún no ha acabado y que amenaza con terminarla este año, al otro lado del río dentro de una tienda de campaña. Urceloy leyó su “Ëgloga pastoril- espero que no muy silbada- en loor y prez del muy afamado caballero Don Enrique Páez: redentor de paciencias, alivio de incultos y consejos de ciento”. Todo en rima de ez, az, iz y oz.

Luego cantaron Enrique y Javier Sagarna “Yo soy aquel” en pelotas, sin música, ni na´. Fue una encerrona. Falló que en Clamores no hubiera karaoke. Es indescriptible. Mejor escúchalo y disfruta.



Cerró la fiesta Fernanda Cabral con su voz dulce y sus canciones brasileñas acompañada a la guitarra por Pájaro.

La cena...
Cenamos en el italiano, La Gata Florade la calle San Vicente Ferrer. Eramos 60 personas, toda una manifestación por la calle. Cenamos muy rico. Enfrente de la Gata Flora hay una librería "Tres rosas amarillas" que la llevan unos chicos amigos a su vez de gente del Taller, muy majos, que nos invitaron a unas copas de vino y a tarta de chocolate después de la cena, eran las 12h de la noche. Si puedes pasate por la librería, te gustará.

Terminamos cantando en un karaoke, cerca de la Gran Vïa. Isa Cañelles, Inés Arias de Reyna, Amparo Seijo y Mariana Torres cantaron “Resistiré”, Enrique se marcó dos canciones de Jeanette, mientras Magdalena le coreaba desde el sofá.

Inolvidable

viernes, 13 de junio de 2008

República Dominicana II


En una escapada a la ciudad de Higüey, nos montamos en un autobús local y nada más arrancar el conductor apagó la radio y empezó a hablar un predicador:

-Vamos a darle gracias a Dios para que tome el poder del volante. Demos gracias a Dios para que tome el cuerpo del conductor. Gracias Dios.

Ostris -pensé- a que nos matamos.


-Demos gracias a Dios porque lleguemos sanos y salvos a nuestras casas, a nuestros trabajos. Gracias Señor. Dice la palabra: estamos en el mundo por un milagro de Dios.

Ya sabía yo que lo de las cigüeñas no era un cuento.

República Dominicana I

Aeropuerto de Punta Cana

Me lo he pasado muy bien en República Dominicana. Un viaje muy aconsejable para descansar.
Aquí va una pequeña crónica del comienzo del viaje.

Estuvimos una hora dentro del avión antes del despegue. Algunos aprovecharon el tiempo para rellenar hojas de reclamación, y pedir indemnizaciones. Una espontánea se puso en medio del pasillo del avión con una mascarilla de oxígeno y nos hizo una performance improvisada de como se ahogaba.

La primera impresión al salir del avión en Punta Cana fue un manto de humedad que se te venía encima. Y la segunda fue de vértigo. La escalera de metal que habían colocado pegada a la puerta del avión se meneaba más que un andamio mal sujeto. La señora mayor que iba detrás mío se aferró a la puerta del avión, y se negó a bajar por esa escalera. Vamos mamá – le dijo su hija con un bebé en los brazos- si nos matamos, nos matamos todos a la vez. A punto estuve de unirme a la señora.

En la aduana, cuando aún estás aturdida por el viaje de 8 horas, hambrienta, con el pelo enmarañado, te abrazaba a traición una chica disfrazada con traje regional y te hacen una foto. Una foto que te regalan por 3 dólores como recuerdo de lo espantosa que una está tras diez horas de avión. Luego te vacian el monedero con un impuesto de entrada de 20 dólares o en su defecto 20 euros, que para ellos es lo mismo.



El guía del autobús nos pidió que le cambiáramos los céntimos de euros que había ido ahorrado por billetes porque según nos contó en el Banco por 50 euros en monedas le daban al cambio la mitad de pesos dominicanos que si llevaba esos mismos 50 euros en billetes. Con billetes le daban muchos más pesos. ¡Qué cosas! Y de pasó nos confesó con un guiño que con esos pesitos de más se podía dar unos bailecitos, y beberse unas cuantas mamajuanas.

La República Dominica tiene playas de arena blanca, palmeras espigadas, mar turquesa, y calor, mucho calooor. Calor de los de verdad, de los que te hacen sudar. Calor, calor. Y para mitigarlo una carta de cócteles ricos-ricos, como diría Arguiñano: margarita, daiquiri, piña colada y coco loco.

En una tienda encontré un acondicionador de pelo de esperma de ballena. ¿Desde cúando el esperma es un acondicionador? Y otro acondicionador de pelo con nombre explosivo "La Bomba" estaba hecho con goma de neumático y me aseguró la chica de la droguería que era muy bueno para la caspa. Olía a muerte.

Anécdotas a parte, yo me dejé mimar por el agua calentita del mar, por la brisa caribeña, por los cócteles dulces que enfriaban el cuerpo, por la salsa, por la tranquilidad de la hamaca, las frutas tropicales y las fiestas.

jueves, 29 de mayo de 2008

Sube el calor


Ha llegado el momento de perrear. No es que haya acabado de escribir el libro, qué va. Aún me queda, como dice Pedro, las coletillas, las correcciones, y un largo etc. Gracias a todos por los ánimos, se agradecen un montón.

Lo que sí acabé fue el taller de poesía para niños. Yoana, la bibliotecaria, nos hizo unas tarjetas identificativas tan chulas que la mía no me la quité hasta llegar a casa. Aquí os dejo un poema que hicieron los peques en el Taller:

El monstruo de la biblioteca
come mucha manteca
por eso le ha salido
cinco ojos y una peca.

Como decía, llegó el día del gran parón. Vacaciones. Hoy tomo un avión con super Enrique a República Dominciana durante una semana. Me espera mala vida:

Mojitos en la playa, música caribeña, días de sol, sin móvil, sin internet. Perreo, perreo.

Tengo miedo que en España no vuelva el verano. El año pasado hizo tanto frío que no me pude bañar en el mar. Así que voy cargada con ganas de sudar calor.

Hasta la vuelta.


viernes, 23 de mayo de 2008

Estoy acabando

Qué agobio, qué agobio. Pero ya estoy a puntito de acabar el libro de cómo contar cuentos. Ya llevo 80. 274 palabras. Y a este ritmo, en 6 días acabo.

Al principio escribía 600 palabras diarias, de ahí pasé a 1500 y ahora estoy en las 3000 al día. Es como una carrera cuesta abajo, cada vez más rápido. Parecerá una bobería pero cada día, después de escribir, miro el contador de Word para saber cuantas palabras he escrito. Es algo así como mirar el pañuelo después de sonarse los mocos o mirar la taza del wáter después de vomitar.

Y después de vomitar palabras me relajo leyendo vuestros blogs y aunque no me queden fuerzas para escribir comentarios quería deciros que os sigo leyendo y también quería daros las gracias, por estar ahí y por ayudarme a desconectar al final del día.

Gracias y besos.

lunes, 19 de mayo de 2008

Cocer un huevo

Emilio me envia esta curiosa receta para cocer un huevo.

Se necesita:
· 1 huevo.
· 2 teléfonos móviles.
· 65 minutos de llamada entre ambos teléfonos.

Montamos algo parecido a lo de la imagen:


Iniciamos una llamada entre los dos móviles y los dejamos durante 65 minutos aproximadamente.

Los primeros 15 minutos no pasa nada.
A los 25 minutos el huevo comienza a calentarse.
A los 45 ya está caliente.
Y a los 65 ya estará cocinado.


La radiación emitida por los móviles es capaz de modificar las proteínas del huevo.

Quizá modifique también nuestro cerebro.

domingo, 11 de mayo de 2008

Lo mágico


En la primera planta del mercado de abastos, junto a la panadería, el abuelo Emilio tenía un tenderete donde vendió todo tipo de historias a tres pesetas. Sobre todo triunfaba con sus “1002 secretos de la Ruta de la seda” que decía que eran más importantes que las “Mil y una noches” porque los suyos tenían un cuento más. Los vendía a modo de fascículos de la época, uno al día. Y siempre a la misma hora, las cinco de la tarde. Allí acudían los niños a comerse un cuento por merienda. Le escuchaban embobados y eso que el abuelo Emilio tenía cara de mala leche.

De él aprendí que las verrugas en la nariz salen por no comer manzanas, que a los peces se les pesca por bocazas, que la Luna sabe a queso y que el lobo de Caperucita existe de verdad y va disfrazado de hombre normal que te sonríe, te da un caramelito y luego te come.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Las cosas de vivir en el campo


Un eucalipto inmenso amenaza con caerse sobre el tendido eléctrico de nuestra casa. Y como vivimos al lado de un río estamos controlados por Medio ambiente, la Confederación hidrográfica y Patrimonio, ya que hay un puente romano que lleva a la casa. El puente romano está considerado patrimonio nacional. Total nada.

El vecino, un adinerado cacique de la zona, asegura que Patrimonio no tiene ni idea y que ese puente no es romano porque lo hizo su abuelo con sus manitas. En fin.

El eucalipto a punto de caerse está en el terreno del vecino, del adinerado. Y éste dice que para poder cortar el árbol tengo que enseñarle una autorización de la Confederación hidrográfica. La Confederación Hidrográfica le pasa la pelota a la Compañía Eléctrica. La Compañía Eléctrica dice que la autorización la tiene que dar Medio Ambiente y Medio Ambiente después de hacer fotos al árbol y un informe que costó 87€ le pasa la pelota a la Confederación Hidrográfica. Y vuelta a empezar.

En lo único en lo que están todos de acuerdo es en afirmar que si el árbol se cae la responsabilidad civil y los gastos correrán por nuestra cuenta. ¡Ole y ole!

Las cosas de vivir en el campo.

domingo, 4 de mayo de 2008

Réquiem

Se murió.

HP, mi ordenador, murió hace días de un costipado. Salí a la terraza con él y de repente, estornudó. La pantalla fue cambiando de color y se fue apagando hasta llegar al negro más profundo. Intenté reanimarlo, allí mismo, con el boca a boca, le hablé, apreté el botón de inicio, le puse respiración asistida. Pero nada, no se encendió ni la más mínima bombilla. No me dio tiempo a recuperar nuestros recuerdos, no pude despedirme de su memoria, y todavía hoy sigo sin recuperar el disco duro.

Ahora mismo le estarán haciendo la autopsia. Aún no se sabe la causa de su muerte, si fue por un virus, un simple costipado o de puro viejo.

Mañana iré a por su cuerpo. Con suerte recogeré sus objetos personales, si se ha logrado recuperar algo del disco duro. Luego llevaré sus restos mortales al cementerio chatarrero.

En los cinco años que hemos compartido juntos, recibió golpes en los viajes, una inspección en el aeropuerto de Barajas donde casi le dejan medio paralítico. Logró no quemarse con una sobrecarga. Recuperó las constantes vitales tras un accidente con un vaso de agua. Y guardó mis documentos como un gran tesoro contra intrusos internautas.

Me da hasta pena haberlo sustituido ya por Vaio sin haberle dado aún sepultura.

Se ruega un clic por su alma.

"Requiem eternam dona eis, Domine, et lux perpetua luceat eis"

domingo, 20 de abril de 2008

Almaty (Kazajistán)

En bizarros sin interrupción se está votando ahora por la ciudad más bizarra.

Desde aquí mi voto a la ciudad de Almaty, donde destinaron como ingeniero a mi hermano. Que se queja porque dice que nunca hablo de él en el blog.

Éste es el testimonio de Emilio:

Para ciudad bizarra la mía.

Aún me acuerdo cuando me dijo mi madre:

-Yo voy a Almaty a verte.
-Mamá, que esta ciudad no es como Europa esto es Asia Central.

Pero nada, allá estaba yo esperando en el aeropuerto a unos padres ilusionados de ver donde vivía su hijo. Tardé solo 4 horas en enseñarles la ciudad.

¿Exagerado? Nada más lejos de la realidad. Almaty es una ciudad creada en la Unión Soviética que se quiere hacer un hueco en el mundo actual, un mundo 30 años adelantado.

-Papá, éste es el parque central, donde está la catedral y ahora nos vamos a ver la plaza de la República y terminado.

Lo mejor es cuando le enseñé a mi padre el calzado de nuestro taxista. ¡Descalzo! ¡Estaba descalzo el jodido! Y lo mejor es que frenaba el coche LADA -de hace 25 años- con el dedo gordo del pie derecho, qué caña.

La comida de este paí­s musulmán no tiene nada que ver con la que tenemos en occidente. Es una comida que se descubre hasta el tercer día. Ya que un paí­s que fue nómada toda su vida no puede tener una cultura culinaria.

Mi padre terminó su visita a la semana diciendo:


- Ay Emilio, ¿qué has hecho a tu empresa para que te trajeran aquí?

Y yo añado que a mi hermano se le ha olvidado decir que:

1.- Una de las exquisiteces de la comida del país son los huevos de caballo rebozados.

2.-Que las paredes de las casas son puro hormigón armado y no se puede clavar ni un triste clavo.

3.-Que solo hay 1 gran avenida bien asfaltada, donde están las embajadas y es el único lugar donde los ricos pueden pasear los ferraris. Que no pueden alcanzar más de 50km porque está lleno de semáforos.

4.-Que hace un frío de pelotas. Mínima -50º bajo cero y máxima -40º bajo cero, en invierno.

5.-Que hay un mercado central que consiste en angares con montañas de dos pisos de ropa, zapatos, bolsos, abrigos, amontonados encima del suelo. Todo de marca a precios chinos.

6.-Que son tan hospitalarios como pesados.

7.-Que las carreteras no tienen bollos sino cráteres en el asfalto.

8.-Que el chófer de Emilio iba armado hasta los dientes. Español=dinerito=soborno=dame todo lo que tienes cabrón o te meto en la cárcel.

9.-Jesús, un amigo y viajero solitario que se acababa de recorrer Libia, Irak, Irán y Afganistán, al visitar a Emilio en Almaty le dijo: tío, esto es feo de cojones.

viernes, 18 de abril de 2008

Fe


Leyendo la última candidatura de la ciudad más bizarra, dedicada a México, me acordé de una tarde calurosa en Oaxaca.

Para protegerme del calor asfixiante entré en la iglesia del poblado de Santa María del Tule en Oaxaca, México. Allí encontré un cartel escrito a mano encima de la pila bautismal, que decía:

"fabor de no vever el agua"

Así que ni la probé. Me senté en la última fila de bancos de la iglesia para descansar con la mirada perdida en un San Juan con rasgos aztecas. Solo estábamos una señora rezando y yo hasta que entró una pareja de indígenas descalzos.

Él se retiró el sombrero y se santiguó. Ella clavó una rodilla en el suelo y se santiguó también. La mujer cargaba a sus espaldas un bebé dormido sujeto por una gruesa tela de vivos colores. Se acercaron al San Juan Evangelista. Ella encendió una de las velas que había junto al Santo, mientras él se santiguaba una y otra vez.

El cura les vio desde la puerta de la sacristía y caminó hacia ellos. El sonido de lata vacía de la suela de madera de sus zapatos resonaba por toda la iglesia. De un soplo apagó la vela que había encendido la mujer. Les señaló un cartel que ponía “50 sentimos”, y les recriminó su conducta:

-Para platicar con Diosito hay que poner la moneda a la vela.

El hombre arañó bajo su poncho y sacó una moneda. Y allí quedaron los dos, arrodillados ante la vela con la cabeza del bebé colgando a la espalda de la mujer.

Y yo salí de allí, no fuera a ser que me multara por usar el banco sin fe cristiana.

domingo, 13 de abril de 2008

Silencio

Silencio, la función va a comenzar.

-¿Qué es silencio? -pregunta un niño.
-No hablar -contesta la madre poniendo el dedo en los labios.
-Y por qué no dice CÁLLATE.

El niño tenía razón, el silencio es "cállate". El silencio en sí no existe. Existe tu silencio, tu boca cerrada, tu inmovilización. Pero lo que te rodea sigue vivo y hace ruido.

En el último taller de cuentacuentos hicimos el ejercicio "del silencio". Se tumbaron sobre alfombras, con unos almohadones grandes bajo la cabeza. Como la sala era espaciosa estaban separados los unos de los otros al menos metro y medio. No se podían tocar. Apagué la luz y cerraron los ojos durante 3 minutos. Tenían que anotar en la cabeza lo que oían.

Escucharon el despertador del piso de arriba. La cafetera exprés del bar de enfrente. Los frenos de un coche. El pulsador del portero automático. Alguien golpeando con los dedos las ventanas del Taller al caminar. Unos tacones. Una bici. Los gritos de dos niños. Una madre llamando a uno de ellos. Dos señoras conversando. La puerta del portal cerrándose. Otro coche. Una sirena, de una ambulancia quizá. El rugir de una moto. Un grupo de jóvenes dando voces. El botar de una pelota. Agua bajando por las cañerías. Coches pitando a lo lejos. El movimiento de alguien de nosotros. Una respiración fuerte y prolongada. Otro coche.

Todo esto en tres minutos.

Se me hace difícil imaginar que pasará por la cabeza de un preso con ojos y boca tapada, en una celda húmeda sin saber dónde se encuentra, ni quien está al otro lado del muro.

viernes, 11 de abril de 2008

Ya no llueve

Hoy ha dejado de llover, menos mal. Ya podemos guardar las planchas de hierro que hicimos para evitar que el agua entrara en casa.

La casa está a escasos 5 metros del río. Además tenemos una presa hecha en el río que en estos casos hace una especie de embalse a lo bestia.

El año pasado llovió tanto que sólo faltó 15 centímetros, medidos con metro, para que el agua entrara en la cocina. Y en la televisión venga a salir noticias de casas inundadas, pueblos arrasados por riadas, gente ahogada. Y entré en pánico. Fue ahí cuando encargamos las planchas de hierro.

-Que eso es imposible, hombre –dijo el herrero- que el agua no va a entrar en la casa, te lo digo yo. Si entra, yo me afeito los huevos.

En fin, que aunque se empeñaba en que no hacía falta las planchas, terminó haciéndolas. Más que nada para dejar de oírme.


Este es el cauce normal del río, durante todo el año.

Y así estaba ayer. Es el mismo tramo del río que ves arriba.

El año pasado, el río arrastró troncos y más troncos de árboles enteros. En uno de ellos iban montados dos ratoncitos aterrados. Les hicimos una foto pero apenas se les ve. También bajó una lavadora, que no sé de donde pudo salir. Dos puertas de coche. Una vaca, como lo lees, una vaca viva. También se llevó a Ringo, que era un cachorro. Le rescatamos 500 metros río abajo.

Vamos, que por el río había más circulación que por el Mississippi de Huckleberry Finn.