domingo, 30 de marzo de 2008

Excursión en el Jerte

Vamos a ver cerezos. Y con esa idea nos montamos los cinco en el 4x4 de Jaime. Yo llevaba unas botas camperas con tacón.

-Vamos solo a ver cerezos. ¿No? - pregunté
-Claro, claro -me respondió Rosa que se plantó zapatitos con lazo y plataforma.

Antes de aparecer el primer cerezo del valle, Rosa vio por la ventanilla del 4x4 unas manchas marrones en la montaña.

-Cuántas casetas de aperos hay aquí.
-Que no -le corrigió Alberto- que son vacas, una urbanización de vacas.

Y tras las vacas los primeros cerezos en flor. Disparamos las cámaras: una, cinco, diecisiete fotos. Aquello era un cuadro espectacular de árboles llenos de pelusa.


A Enrique se le iluminó la mente y recordó que había leído en no recordaba dónde que allí estaba la Garganta de los Infiernos. Y allá que fuimos.

4 km de ida y 4 de vuelta, 8 km en total de caminata a pie, montaña a través, para llegar a la gargantita dichosa de los Infiernos. Y yo con botas con tacón.

En mitad del camino encontramos en una roca un guante rojo. Jaime con sonrisa maliciosa colocó 1 euro encima del guante. Nos escondimos detrás de unos árboles y esperamos. Los excursionistas miraban el guante, el euro, murmuraban y se iban sin tocarlos.

-Ésta es la sociedad de la opulencia -susurró Enrique.

Abandonamos allí el guante y el euro y continuamos caminando 2 km más hasta llegar a la espectacular garganta.


Jaime y Alberto se quedaron en calzoncillos y se lanzaron estilo bomba al agua gélida de las pozas. Primero se les cortó la respiración y luego juraron en arameo por Judas y su madre.

Tres segundos duraron dentro del agua. Lo justo para hacer la foto.

De regreso nos preguntábamos que porcentaje de posibilidades habría de que el euro siguiera sobre el guante. Si el euro hubiera estado en China, Perú o Etiopía no habría durado ni un segundo. ¿Y aquí?

Al llegar a la roca vimos el guante rojo y del euro ni rastro.

-Uf, menos mal -dijo Enrique- somos una sociedad normal. Ya me estaba preocupando.

-¿Vosotros habríais cogido el euro? -preguntó Jaime.

La respuesta fue unánime.

-Por supuesto.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Charlas de bar

Esta mañana, antes de contar cuentos a los bebés de las escuelas infantiles en la Biblitoeca Pública de Fuenlabrada, me estaba tomando un café con leche y leyendo el periódico cuando detrás de mí escuché como intentaban solucionar el mundo.

Eran las nueve de la mañana y estaba en el bar “El Río”, como decía tomándome un café antes de empezar a contar cuentos, cuando un hombre con pelo engominado y zapatos relucientes entró saludando a gritos.

-Buenos días, Tino. Lo de siempre, ¿no? -le preguntó la camarera tras la barra.

Lo de siempre era un café con leche y una copa de coñac. Al fondo de la barra había otro hombre con barba de tres días, sentado en un taburete de la barra con las piernas cruzadas y un cigarrillo colgando entre dientes amarillentos. El engominado se acercó hacia él y le dióuna palmada en la espalda.

-¿Qué pasa Luis? -le gritó.

El tal Tino, el engominado, se sentó a su lado en otro taburete. Cogió el periódico abandonado en la barra, y empezó a hablar con la seguridad de quien va a salvar el mundo.

-¡Joder, qué aviones! ¡Fíjate! –Tino le enseñó una foto del periódico- Si tuviéramos aviones como éstos se acabarían las guerras.
-¿Y eso?
-Porque son la hostia y como son la hostia nadie puede con ellos. Estos aviones te meten un pepinazo y se acabó el planeta.
-Joer, tío. -Luis se rió con tos.
-Cuando pilotas un avión de éstos lo primero que pasa es que sube una ala. El avión se eleva 20 metros o quizá 30. Pero vamos, la diferencia será de metros.
-Joer -Luis exhaló el humo por la nariz.
-Y luego sube el otra ala y se nivela el avión.
- ¡Ah!, por eso no se caen. Joer.
-Estos aviones -continuó Tino el engominado- Suben, suben y vete a frenarlos. Van a toda leche y en automático, ¡eh! El piloto se puede echar a dormir.
-No jodas, ¿en automático?
-Sí, sí. Estos aviones japoneses son la hostia. Te lo digo yo.

Luis se rascó la cabeza y cambió el cruce de las piernas.

-También habrá aviones alemanes, como los coches ¿no? -dijo al fin.
-Buah, no compares un motor con otro. Los japoneses con los ordenadores y los digitalización esa son la leche, la leche -Tino lanzó la colilla al suelo.
- ¿Quiénes, los ordenadores o los japoneses?
- Los aviones.

La camarera les retiró las tazas de café y las copas.
- Venga, aquí nada de vacile, ¿eh? A trabajar y menos palique. Que todavía son las nueve y ya estáis con bobadas.

Los dos hombres guardaron silencio. Tino se pasó la mano por el pelo engominado y encendió otro cigarrillo. Dio dos caladas profundas con la mirada perdida en el techo.

Les miré y me entró la duda: ¿Decidirán también los políticos entre charlas de café y copas de coñac?

sábado, 22 de marzo de 2008

Quinta das Laranjerias

El jardín huele a naranjas y los caracoles hacen carreras entre las calas.

-Bom dia -la vecina ha cerrado la verja de su jardín y se aleja en bicicleta.

El tiempo se ha parado en Murtosa. Las señoras mayores llevan el cabello canoso recogido bajo un pañuelo de color oscuro. Protegen las pantorrillas del frío con medias de cristal que les oprimen la carne hasta dejarles una marca en la piel. La vecina se aleja pedaleando en la bicicleta de grandes ruedas con sus zapatillas de tela y suela de cartón.

-Bom dia -me despedí de ella con la mano.

El tiempo se ha parado en Murtosa. El jardín huele a campo. Salgo de la casa en el mismo momento que las cinco iglesias forradas de azulejos doblan las campanas y rompen los gritos de las gaviotas. El tiempo se ha parado y los pescadores hace tiempo que se marcharon en sus barcas a pescar.

Paseo con la bicicleta, y escucho en el MP3 la voz envolvente de Mariza. Pedaleo hacia al puerto Cais do Bico, donde las mujeres fruncen las redes rotas sentadas en el suelo con las piernas abiertas. Un tractor me adelanta por la izquierda. A lo lejos dos hombres con sombrero y camiseta de tirantes pintan una barca. Sigo pedaleando. El cemento de la carretera se transforma en adoquines irregulares y el sillín se me clava entre las piernas. Paso por delante del barco pirata, un barco de madera varado en el puerto, con el mástil carcomido por la sal y el viento. Tiene un gran roto en la bodega por donde cabría la cabeza de una ballena. Las ruedas de mi bicicleta traquetean al pasar de los adoquines a las piedras pequeñajas del camino.

El viento sopla fuerte, inclino mi cuerpo hacia delante para romper la pared de aire. Sigo pedaleando hasta llegar a la arena donde se junta con la ría. Allí abandono la bicicleta. Dentro de un coche una pareja contempla el bello horizonte. Es muy común en Portugal ver a través del cristal del coche. Me siento en una piedra y miro la lengua de mar que se mezcla con el río. Una motora a lo lejos recorre la ría y un moliceiro se adentra en mar abierto. Respiro, el aire tiene sabor a espuma de sal. Me abrocho el abrigo, el viento me enfría el cuello.

El tiempo se detuvo en Portugal.

martes, 18 de marzo de 2008

Bea en Cosmopolitan

Te confieso que me hacía mucha ilusión salir en la revista Cosmopolitan, esa que compraba de adolescente. Guau, voy a salir en el reportaje “profesiones de cuento” en Cosmopolitan, me dije. Ya he salido en otras revistas, televisión, radio pero no en Cosmopolitan: la revista en la que salen las super super guapas, las modelos, la revista de mi adolescencia.

Allí me ves desde hace tres días, buscando en tiendas y gasolineras la revista Cosmopolitan del mes de abril. La redactora me dijo que salía a mediados de marzo y llevaba desde el sábado 15 buscando la revista. El texto ya sabía como sería más o menos pero la foto no.


El fotógrafo me hizo no sé cuantas fotos: de perfil, de frente, sonriendo, con muñecos, sin muñecos, con gorro, sin gorro, con el brazo en alto, de pie, sentada, con las piernas juntas, el cuerpo hacia adelante, la cabeza torcida, la cadera inclinada, la sonrisa de aquí no pasa nada y la mirada de "¿yo retorcida? Que va, esto es natural". Por cierto, en las sesiones de fotos de modelos la naturalidad NO EXISTE.


En fin, que esta tarde entro en la tienda. Encuentro por fin la revista Cosmopolitan de abril, el corazón me golpea en la garganta, la sangre circulaba en Fórmula 1. Abro la revista. Me busco. Me encuentro. Abro la página 144 y...



¿Quién es esa? ¿Soy yo? Buuueno, síííí. Pero que mal salgo, con una ceja más alta que otra y esa mano a la virulé que parezco el Papa esperando que le besen la mano. Me intentan consolar: Que no, que no está tan mal, que va. Pero yo he notado que al ver la foto han tardado tiempo en decir algo. Si hasta la chica de la tienda que me conoce me pregunta: "¿Sales aquí?" "Sí", le digo. "¡Ahhh!", me responde mirando la foto.



Leo el reportaje, está muy bien, sí muy bien. ¡Pero la foto! Nada, que no estoy contenta con la foto.


Ains.

lunes, 17 de marzo de 2008

Regalo para Enrique

Tus cincuenta y tres
mariposas, al jardín
lluvia aletean.


"Cumpleaños feliz,
tócate la nariz
que si no te la tocas
no serás tan feliz".
Muackiss sabor chocolate.



Din Don Din

Estaba esperando el tren en el andén 2 de la estación de Atocha para ir a Cantoblanco cuando escuché por megafonía.
DIN DON DIN. Próximo tren con destino Alcalá de Henares, vía tres. Se ruega a los señores viajeros no crucen las vías de tren y hagan uso de las escaleras mecánicas.
Miré el reloj de la estación. Todavía quedaban cuatro minutos para que llegara mi tren. Por las escaleras mecánicas bajó una señora gordita que llevaba en cada mano dos bolsas de plástico llenas hasta las asas. La señora se colocó a mi lado. Suspiró. Dejó las cuatro bolsas en el suelo.
DIN DON DIN. Se ruega a los señores viajeros no crucen las vías y hagan uso de las escaleras mecánicas.
Llevaba en la estación diez minutos y el de la megafonía no dejaba de repetir lo mismo. ¿Pero quién iba a tirarse a las vías para cruzar? pensé. Y otra vez el sonidito.
DIN DON DIN Se ruega a los señores viajeros no crucen las vías del tren.
Pero qué plasta, me dije. Y venga y dale y toma y más. Qué trabajo más aburrido, la virgen. Pensé que se iba a quedar sin aire. Me tenía tan aburrida que le conté los tiempos. Tardaba cinco segundos en repetir lo mismo.
DIN DON DIN Próximo tren con destino Alcalá de Henares va a efectuar su entrada en vía tres. Alcalá de Henares, vía tres.

La señora de las cuatro bolsas, que estaba a mi lado, levantó la cabeza y miró los marcadores informativos. Se sobresaltó. Miró el túnel de la vía 2 y 3. El tren no había entrado aún.
La señora aferró las cuatro bolsas de plástico y ante la estupefacción de todos nosotros, cogió aire y se tiró a las vías. Las luces del tren con destino Alcalá de Henares se vieron al fondo del túnel.
El hombre de la megafonía hablaba tan seguido que olvidó cerrar el canal y se escuchó alto y claro en toda la estación de Atocha:
¿Pero tú estás viendo a esa hija de puta? Llevo toda la mañana aburrido diciendo: No crucen las vías del tren, no crucen las vías. Y va la cabrona y las cruzas. La mato, tío. La mato. Sino lo hace el tren bajo y me la cargo.
La señora al escucharle se quedó paralizada en mitad de la vía durante unas décimas de segundo. Al fondo se escuchó el silbido del tren. La mujer lanzó las bolsas al andén tres, se arremangó la falda, apoyó las manos en la línea azul. Varios brazos le ayudaron a subir. El tren hizo su entrada en la estación.
La música de la megafonía volvió a sonar.
DIN DON DIN Próximo tren con destino Alcalá de Henares en vía tres. Se ruega a los señores viajeros que por favor, si quieren seguir vivos no sigan el ejemplo de la señora que ha cruzado las vías 2 y 3. Gracias.

jueves, 13 de marzo de 2008

Horrores en la sombra

Hoy jueves a las 23:45 hora peninsular, se va a emitir en TVE 1 el documental “Las tinieblas del poder” que hablará de cárceles secretas, violaciones, torturas, vejaciones, secuestros exprés y desapariciones encubiertas por países occidentales. Uf! cuantas cosas se pueden hacer en un ratito. El documental es un trabajo de cuatro meses en los que el juez Baltasar Garzón y el periodista Vicente Romero han hecho en Irak, Afganistán, Cuba y Estados Unidos.
Aparecerá el campo de Guantánamo y la prisión de Abu Ghraib, entre otros. Y los testimonios de prisioneros.
Esta noche me sentaré frente al televisor. Lo encenderé. Miraré las imágenes y los testimonios de protagonistas que han sobrevivido a este calvario. Me acordaré de Bush, de Aznar, de Blair y de su mala madre. Me meteré en la cama con el estómago revuelto. El sueño me protegerá del horror y sufriré un trastorno funcional nervioso indoloro que pondrá los malos recuerdos al fondo de mi memoria ram.
Y a la mañana siguiente cuando desayune no recordaré nada, y disfrutaré del café con leche y la tostada con aceite.
No volveré a pensar en ello hasta que otra noticia o anuncio televisivo dispare una neurona que conecte de nuevo la información almacenada y despierte al animal dormido.
Conocer de antemano este proceso resulta obsceno y repulsivo. Así que para no olvidarlo he decidido escribirlo.

Os dejo un vídeo extraído de la película documental "Bagdad rap" realizada por Arturo Cisneros, 2004. Spain.

O, yeah!

<>

miércoles, 12 de marzo de 2008

Uno de Rap

Me desperté con un micro en la boca
Y tú dirás, ké hacías con esa cosa
No preguntes membrillo, no te pases de rosca.
El despertador me estalló en la cabeza
Sí, sí, un micro en la boca y el reloj en la oreja.
Salí de casa. La basura en el rellano y el vecino al lado
Me miró de arriba abajo y me habló en tono raro
Parecía un rap hardcore de esos ke enamoran
Pero no, el muy guarro me habló de otra cosa.
Aspiré hondo y de un tiro me fumé el humo del pitillo.


[Estribillo]

Hablemos claro, dejémonos de ironía.
Hola ké tal es me da igual tu vida.
Pene es polla. Pompis, culo. Me gustas, te follaría .
Te subo el sueldo es explotación de tu energía.
Vamos a hablar igual a te vas a cagar.

Me monto en el metro Banco de España, casi vomito.
Por ke me hacen tragarme este olor maldito.
Charcos de orina con vino, infecciones de alma vagabunda
A mí me da igual la vida de Gallardón, pero joder
Ke también reforme y limpie la realidad humana.
Sí, me gusta el rap y no me avergüenza
Más miedo da el careto, el paro, el sinvergüenza.
Me tomo un café en el bar. Mercedes, toros y fachas.
Allí estaban los tres dándole a la olla en Lagonés.
Ké vena se te ha desenchufado, le digo al chalado.


[Estribillo]

Hablemos claro, dejémonos de ironía.
Hola ké tal es me da igual tu vida.
Pene es polla. Pompis, culo. Me gustas, te follaría.
Te subo el sueldo es explotación de tu energía.
Vamos a hablar igual a te vas a cagar.

No hace gracia, sabes. Mírame a los ojos
No me río. Mira a tu alrededor, merluzo.
Pobreza, trabajadores, suciedad, pisos pequeños.
Ke tal si hablamos de asfixia, cáncer de alma, de mineros.
El hip-hop no acaba en el rap, aunque a ti te dé igual.
Poesía urbana, sin rimas abruptas ni fijadas.
El rap está en la calle, invade tu vida y tú no lo sabes.
Cuídate hermano. Pasos a ritmo de rap: lentos y pesados.


martes, 11 de marzo de 2008

Experiencia cuentacuentos III

Estos días parece que el tema de la muerte ronda a sus anchas cerca de mí. Menuda suerte que arrastro.

Hoy lunes antes de comenzar a contar cuentos a los bebés se acercó la profesora Almudena y me susurró al oído que Jorge, el niño pelirrojo de dos años, el pecoso que arrastraba la bufanda, había perdido el domingo a su padre en un accidente de tráfico. Me previno que el niño no lo sabía aún. En su casa no sabian muy bien como contárselo.

Los niños se sentaron en la alfombra y esperaronn a que comenzara el cuento "El Arca de Noe". Al sonido de las campanillas los niños giraron la cabeza hacia mi mano. Abrieron su ojos infantiles cuando la ballena se despiertó, Wansifeo desayunó, y el elefante apagó el fuego con su trompa.

Yo pude dejar de mirar la cara pecosa de Jorge que chupaba los flecos de la bufanda. Y me pregunté como se le podía ocultar a un niño, aunque tenga dos años, el aire de tristeza que se respiraba en la casa.

Llegó el momento en el que los animales del cuento empezaban a cantar su canción favorita.

-Yo me sé una canción -me djo Jorge arrugando su pequeña nariz.

-Muy bien- le respondí- Luego la cantamos.

Pero Jorge no pudo esperar y empezó a cantar la canción: "En el coche de papá pi-pi-pi".

Me sorprendió que se supiera la canción antigua de los payasos. Almudena, la profesora, se levantó de la silla. Le sentó en sus rodillas y le arropó entre sus brazos. Pero Jorge se revolvió y volvió a bajar a la alfombra sin dejar de aferrar su bufanda.


Yo continué con la canción de los animales del cuento.

- Canta la del coche de papá -insistió.

La profesora desde el fondo me hizo una señal de negación con la mano.

- En el coche de papá, pi-pi-pi -comienzan a corear los otros niños.

Intuhí que la profesora, Almudena, les ha enseñado la canción en clase y que la habían cantado más de una vez hast aprendersela de memoria. Jorge se puso en pie y se acercó a mí. Le senté en mi regazo y él se rascó su pecosa cara y empiezó a cantar la canción a su modo. Los otros niños daban palmas al decir pi-pi-pi. y yo coreé también con él.

En el coche de papá, pi-pi-pi.

Vamos de paseo pi-pi-pi.

En un coche feo, pi-pi-pi.

Pero no me importa, pi-pi-pi,

Porque llevo torta, pi-pi-pi.

Cuando terminamos de cantarla Jorge me plantó un beso y se bajó de mi regazo. Al fondo de la sala Almudena se limpiaba las lágrimas con la manga del jersey. Nadie le había dicho que su padre había muerto. Pero no sé. En ese momento supe que el niño lo sabía a su modo. Había sabido interpretar el silencio de los mayores cuando preguntó por su papá. Quizá en ese momento no supiera lo que era la muerte, pero si sabía que necesitaba compartirlo con todos y exteriorizarlo con una canción que curiosamente era "En el coche de papá". Los niños saben escuchar el silencio. No me quedó ninguna duda.

Continué narrando el cuento y las palabras temblaron en mi boca.

lunes, 10 de marzo de 2008

Eutanasia ¿sí o no?

Aurora se muere. La ya bisabuela Aurora tiene muchos años de peso en el corazón. Hace una semana agarrotó las piernas y los brazos. Ahora duerme con las piernas encogidas y los brazos doblados. Mover el dedo índice le produce un dolor torturador. Los médicos dicen que la artritis no tiene freno. Ella aprieta los dientes para no tragar comida y los labios están agrietados por la deshidratación. Tampoco abre los ojos. Solo cuando recibe un beso levanta las pestañas para agradecerlo.
Aurora apenas habla, gime de dolor. Su cuerpo está lleno de parches de morfina y llagas. El sábado cerró los pulmones y tuvieron que ponerla una máscarilla de oxígeno. El domingo por la mañana, Aurora levantó el alma. Se retiró la máscarilla. Apartó las mantas. Sonrió. Pidió levantarse de la cama, ir a la peluquería, teñirse las raíces y dar un paseo.
Desde el sofá del pasillo vi desfilar a la enfermera Raquel, al doctor Márquez, hijos, a las dos niñas de sus ojos, nueras, yernos, nietos y a la bisnieta Malena agarrada a los pantalones de Alfredo. Se daban palmadas en la espalda y se felicitaban. Está mejor, es increíble, se decían. El cura, don Pedro, salió de la habitación con sonrisa triunfadora, hablando de ángeles y arcángeles.
Hoy lunes, Aurora ha vuelto a sellar la boca y los ojos. No come, no ve. El doctor Márquez pidió permiso a los nueve hijos para enviarla al hospital. Surgió la duda, la contradicción, la incoherencia, la resistencia a la pérdida. Unos quieren detener el tiempo y esperan que algún ángel le susurre estrellas al oído y otros desean la sedación, el sueño sin dolor.
A veces despedirse es un proceso largo y doloroso. También deberían poder colocarse parches de morfina a los que acompañan y lloran.
Tú no dudes. Yo no quiero vivir el final de La Escafandra y la Mariposa . Si me encuentras en ese estado, no intentes descifrar los movimientos de las pestañas. No lo dudes: Eutanasia. Por favor, eutanasia.

jueves, 6 de marzo de 2008

Cuando ellos dormían

La luna y el silencio.
El silencio y la luna.
La luna y la cama.
La cama y la almohada.
La almohada y la puerta.
La puerta y el cerrojo.
El cerrojo...
y un disparo.
Un disparo y gritos.
Gritos y cristales rotos.
Cristales rotos y ella.
Ella y el susto.
El susto y el lobo.
El lobo y una botella de whisky.
Una botella de whisky y otro disparo.
El disparo y la sirena.
Una sirena y ella muerta.
Ella muerta y...
el lobo en la ventana.
El lobo cae al vacío y el héroe.
El héroe y...
el lobo herido.
El lobo herido y la cama.
La cama y la almohada.
La almohada y la oscuridad.
La oscuridad y el silencio.
El silencio y la muerte.
La muerte y ella.

miércoles, 5 de marzo de 2008

El atraco perfecto

Ayer, el Ayuntamiento de Madrid me hizo el atraco perfecto. Me pidió un rescate de 141€ por recuperar el coche.
Eran las doce de la mañana y acababa de contar cuentos a bebés. A las doce y cuarto tenía una consulta con el médico y como llegaba con el tiempo ajustado aparqué el coche en el primer hueco que encontré: en el Paseo de la Castellana, frente al Consorcio de Seguros donde trabaja Flor. Dejé el coche a escasos cincuenta metros del médico. Lo aparqué en línea azul. Pagué un ticket por media hora y me fui al médico. No había pasado ni quince minutos cuando regresé, y la grúa ya se había llevado el coche al parque automovilístico que hay bajo la plaza de Colón.
Desde que aparqué el coche, se lo llevó la grúa y lo recuperé, no pasó ni media hora y me atracaron, sin anestesia, 141€.
Un policía municipal me indicó que aunque en la zona donde había aparcado era zona de estacionamiento en línea azul, detrás de unas ramas de árbol había una pequeña señal de carga y descarga por las mañanas.
En el tiempo que estuve pagando en la ventanilla, aparecieron otros seis desorientados conductores que también pagaron 141€.
Tener un parque automovilístico es un chollo. Según mis cálculos si en los diez minutos en los que estuve pagando el rescate del coche pasaron seis conductores más, significa que como mínimo el parque automovilístico gana unos 3000€ al día, que si se multiplica por 30 días sale 90.000€ mensuales de beneficio por una sola grúa y tres operarios. En el parque automovilístico había 4 grúas trabajando a pleno rendimiento. Un negocio redondo. Y si encima esconden las señales de tráfico, es el atraco perfecto.
-
¡Qué vergüenza!

martes, 4 de marzo de 2008

Haikus

Cinco preciosos haikus de regalo, el primero de Enrique (muakiss) y otros cuatro a las tres de la mañana de Basilio (un besito).
-
Tengo un incendio
que me crece por dentro.
Carne de amianto.
(Enrique Páez)

Cierro los ojos
y te busco en el sueño
añoro tu piel

y soy todo piel
y tiempo detenido
bajo tu mano

abro los ojos
y me ahogo en las lágrimas
desnudo otra vez

añoro tu piel
y me hundo en tu recuerdo
cierro los ojos.
(Basilio)