jueves, 4 de noviembre de 2010

Un regalo desde Mozambique

Emilio volvió de Sudáfrica y Mozambique y me trajo dos libros preciosos, regalo del compañero Rafo Díaz. Uno de esos libros “O mar de Maputo” es una hermosa historia popular de Mozambique que habla del origen del mar en Maputo.

En el cuento escrito y adaptado por Rafo Díaz, Maputo no tenía mar. Era una tierra seca donde no llovía. Solo las tierras de una bruja tenían agua. Un hombre desesperado de ver a sus hijos sedientos visitó el reino de la bruja y ayudado por los diablillos de ésta sembró las tierras fértiles de la bruja. Tiempo después la mujer de aquel hombre fue a recoger las mazorcas crecidas, y estaban tan ricas que se los comió todas ayudada por los diablillos que tampoco dejaron de comer. La mujer al darse cuenta de que se habían comido toda la comida y que ya no quedaba nada para su marido y sus hijos lloró de desesperación. Los diablillos también la acompañaron a llorar. Y tanto lloraron todos que un mar apareció en la costa de Maputo. Y con el mar llegaron los peces. Un cuento precioso que yo he destripado. Está escrito en portugués y traducido a la lengua local Changana por Bento Sitoe.

El cuento comienza así:
Faz muito tempo, Maputo ainda nao tinha mar. (Portugués)
Khaleni ka matiko, kaMaputsu akungali na Iwandle. (Changana)

A los pocos días de que Rafo le entregara los libros, recibí un mensaje de Emilio para que le llamara al móvil. Necesitaba que les ayudara a gestionar los billetes de avión de vuelta. Me cogió la llamada Oli. Emilio andaba peleándose a las puertas del coche con un guardia de tráfico que les había parado a la entrada de la ciudad de Maputo. El coche que llevaba Emilio era alquilado y tenía matrícula sudafricana. Lo que a los ojos del guardia de tráfico significaba “dinero”.

- Se acaba de bajar del coche. Le han pedido los documentos del coche y 20 dólares de multa - me dijo Oli-, esta es la tercera vez que nos multan por exceso de velocidad.

Un exceso de velocidad que era imposible de llevar por esas carreteras. Conseguir mantener una velocidad superior a 70 km/h era una hazaña.

Mientras Oli me iba describiendo la escena, Emilio discutía en portuñol con el policía de Mozambique. Un segundo policía seguía subido a una caja de plástico midiendo la velocidad de los coches con unos prismáticos, a la caza de disparar otra multa a un coche con matrícula de Sudáfrica. Emilio abrió la cartera y le entregó en meticales (moneda del país) el equivalente a 20 dólares. A cambio recibió una hoja en blanco con un rayajo a modo de firma debajo de la cifra 20.

Y mientras Emilio volvía al coche jugando con la hoja blanca entre los dedos yo escuchaba de fondo el romper de las olas en las bellas playas de “O mar de Maputo”.

5 comentarios:

Una ET en Euskadi dijo...

¡Deios mío! ¡Qué historia los de la policía que miden la velocidad con prismáticos! ¡En sudámerica los policacos lo miden todo con los oídos! cuando escuchan acento europeo, ahí se inventan algo
Hermosas historias ésta y las que escuché en la pag de Rafo Diaz, se nota que es un tipo muy talentoso: además, tiene una voz que lo llena todo
Saludines

Enrique Páez dijo...

Yo quiero bañarme en una playa de Mozambique. Algún día.

Emilio Montero dijo...

Calla calla calla

Que menudo país, era abrir la boca y pagar, pagar por todo.
Encima para ser uno de los países mas pobres era todo bastante caro, no te puedes hacer una idea...

La leche 2€ un litro, gasolina a 0.7€ litro, etc. precios imposibles de pagar para la gente que solo cobran 100$ al mes, algo increíble.

Ademas nos toco las revueltas sociales donde se cobraron varios muertos y encima me di una hostia con el coche contra un todo terreno, vamos mejor imposible...

Beatriz Montero dijo...

Una ET en Euskadi: dentro de poco voy para allá, a ver si nos vemos.

Enrique: pues vámonos :)

Emilio: ¿Qué te diste un golpe con el coche? Eso te lo callaste. Ahora mismo te llamo y me cuentas.

Emilio Montero dijo...

calla calla que le di marcha atras y le meti una somera hostia a un todo terreno en un pais donde no estabamos autoriados a entrar, con eso te cuento todo...