miércoles, 17 de noviembre de 2010

El Flamenco es ya Patrimonio Inmaterial de la Humanidad


En el bar Candela del barrio de Lavapiés de Madrid, un local de flamenco, terminábamos los sábados a eso de las 2 ó 3 de la madrugada. Gamba, uno de la pandilla que se había ganado este mote gracias a una canción experimental que había compuesto a las gambas que su madre echaba a la paella, nos dijo uno de esos sábados en la cueva del Candela después de ingerir cuatro cervezas: "El Flamenco es grande, y el día que lo nombren Patrimonio de la Humanidad me rapo la cabeza".

Me acuerdo de eso porque Gamba adoraba su melena de cuatro pelos y Pablo le hizo firmar en una servilleta de papel que lo haría. Todos sabíamos que Gamba no tenía la menor intención de raparse la cabeza, así que eso de que el Flamenco fuera Patrimonio de la Humanidad era un órdago que había lanzado. Y él lo sabía. Por aquel entonces, La Unesco concedía ese honor solo a sitios (edificios, ciudades, desiertos, bosques, etc) no a un estilo de música. Por eso Gamba firmó la servilleta sin ningún temblor en las manos.

Ahora tendrá que perder la melena. Que no todo va a ser palmas y jaleo.

No hay comentarios: