Ya acabó la Feria del libro de las Palmas de Gran Canaria. El sábado que estuve allí contando cuentos fue un día con un sol, una calooor, que ¡ozú! Estaba casi segura de que nadie se iba a atrever a sentarse esa mañana en las sillas de plástico con la cabeza tostándose al sol. Pero me equivoqué. La gente se fue sentando atrapada por el cuento, ese es el encanto enigmático que tiene la palabra. Algunos avispados ya llevaban gorros, otros se hicieron sombreros de papel y los menos artistas se pusieron directamente una chaqueta o la hoja del periódico sobre la cabeza a modo de manta. Y yo, menos mal que llevaba el pañuelo a la cabeza. Un niño se apiadó de mí al final, y me dijo que la próxima vez me iba a traer la sombrilla de playa que guarda su padre en la furgoneta.
Por la tarde di el Taller de Cuentacuentos. El sol no dejó tregua tampoco en la tarde. Pero esta vez el Taller fue en la carpa de actividades. Fueron dos horas, condensadas y bien aprovechadas. Parece mentira lo que dos horas pueden dar de sí. Fabián, un panadero ecuatoriano, se vino desde la otra punta de la isla para asistir al Taller que se lo había recomendado la bibliotecaria, y nos contó un cuento ecuatoriano de animales precioso. También estuvieron Ayose, Pablo, Rosi, Lupita y su hijo con sus cuentos mexicanos, Carmen, Ana, Rosmary y Erlik que tiene un interesante blog http://erlik-khan.blogspot.com/ donde encontraréis referencias a cuentos. Al grupo se fueron incorporando dos curiosas más, un despistado, y tres amantes de los cuentos que paseando por la Feria del Libro se fueron metiendo en la carpa de actividades. Siento no acordarme de sus nombres. Que deciros, que me lo pasé fenomenal, que da gusto dar talleres a gente tan interesada y dinámica. Y muchas gracias a la organización por hacerme todo más fácil y por esas botellas de agua fresca. Repetiría, sin duda.
1 comentario:
Mucho calor, muchos libros y buenos cuentos. ¿Qué más pedir a la vida?
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