jueves, 21 de febrero de 2008

Experiencias de cuentacuentos II

Acabo de recibir un mail de Fer, Fernando, la otra mitad de Trapisondos cuentacuentos. Me comenta que anda enfangado en las oposiciones sin saber si merecerá la pena el esfuerzo. Y es que prepararse oposiciones es un aburrimiento infernal, pero también sé que será tan buen profesor como narrador. Fernando es uno de los mejores narradores que conozco. Y no lo digo solo por amiguismo, que también, sino porque es muy imaginativo y le he visto encandilar a todo tipo de público. Si yo retrocediera en el tiempo al instituto, sin duda, me encantaría tener por profe a Fernando.
En el mail también me dice que siga contando anécdotas de los cuentacuentos. Y según termino de leer el mail me acuerdo de una anécdota que nos ocurrió.
Era la semana del libro, marzo de 2005. Fer y yo fuimos a contar cuentos al colegio público Ntra. Sra. de Navahonda en Robledo de Chavela (Madrid). Los alumnos de quinto y sexto curso se sentaron en la alfombra de la biblioteca del colegio dispuestos a escuchar nuestros cuentos. Fer empezó con un cuento popular ruso:
Esta es la historia de Iván Ivanovich. Iván era un muchacho muy, pero que muy tonto. Un día, Iván Ivanovich intentaba dormir bajo la copa de un árbol cuando una mosca empezó a revolotear sobre su cabeza.

Fer pidió un voluntario entre los niños. Todos levantaron las manos, pero Issac que estaba en la primera fila levantó los dos brazos: Yo,yo,yo. Fernando sacó a Issac y le dió instrucciones:

- Te vas a poner aquí, junto a Bea. Y vas a ser Iván Ivanovich.
- ¡Bien, bien!- salta el niño.
- Y yo voy a hacer de mosca y me voy a poner debajo de tus manos. Cuando empiece a hacer el zumbido de la mosca tú tienes que hacer como si la atraparas. Para ello das una palmada con las manos. Así. -Fer da una palmada sonora a modo de ejemplo- ¿Es fácil, verdad?
-Si, si -responde Issac emocionado.

Fer se puso de cuclillas debajo de las manos abiertas de Issac, que se tomó muy en serio el papel de Iván Ivanovich. Fernando continuó la narración:
Iván Ivanovich empezó a escuchar el zumbido de la mosca: bzzz,bzzz,bzzz. Abrió un ojo y ….
Issac, muy serio, abrió el ojo derecho y el izquierdo lo dejó cerrado. En una especie de guiño forzado. Fernando siguió con el cuento:
Iván Ivanovich siguió el movimiento de la mosca y cuando la tuvo delante de sus ojos, separó los manos. Y dando una palmada, la atrapó.

Cuando Issac escuchó que Iván Ivanovich atrapaba a la mosca, abrió todo lo que pudo las manos y las cerró con tal fuerza contra las orejas de Fernando, que éste cayó al suelo de la torta que le propinó el crio.

Fer: Oye chaval, tú no sabes lo que es dar una palmada al aire.
Issac: ¿No lo he hecho bien? ¿No tenía que atrapar a la mosca?

El niño me miró preocupado, no entendía nada. Yo estaba con tal hipo de risa que no pude ni responder, ni ayudar a Fernando a levantarse. Fernando se acarició las orejas.
Fer: Mira chico, nadie te ha enseñado lo que es teatro, te-a-tro, ficción.
Issac insistió: ¿no tenía que atrapar la mosca?
Según lo ensayado yo tenía que continuar la narración del cuento, pero con la risa no podía ni hablar. Las lágrimas me resbalaban por las mejillas y me escondí tras la estantería. Fernando tuvo que continuar solo la narración.
Al final de la actuación me enseña las orejas atomatadas:
- ¿Pero tú has visto la leche que me ha dado el crío ese? Hay que joderse.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Joder, que petada de risa. Se me han saltado las lágrimas solo de leerlo, no me extraña que tú no pudieras seguir con el cuento. ¡Buenísimo!

Genial la anécdota. ¡¡¡QUIERO MAS!!!
Muchas besos.
Nena

Beatriz Montero dijo...

Gracias Nena. Ayer mientras lo escribía no paraba de reírme. Los pequeños son la leche.

NIck dijo...

Hola bea!
he llegado aqui gracias la blog de carme y me ha fascinado tu blog y de hecho claro el golpe del crío a fer je je, no es que lo disfrute pero yo creo que con eso ya para que fer terminó de contar el iván ivanovich je je je, bueno espero leerte pronto cuidate mucho y gracias por dejar que otras personas admiren tu blog.

Beatriz Montero dijo...

Bienvenido, Nike. Estás en tu casa. Me asomaré por la puerta de la tuya.

Anónimo dijo...

Hola Beita. Menos mal que no tienes mi memoria de mosca, porque ya ni me acordaba. Me he reído mucho y creo que vuelvo a reconciliarme con la tarea de contar cuentos. Estos días estuve pensando en la cantidad de sitios en los que contamos y no me arrepiento de ninguna de las experiencias. Ahora y siempre podremos decir como Neruda "aquello de confieso que he contado" y qué bien que lo pasamos.

Besos.

Fer.

Beatriz Montero dijo...

Hola Fer, yo he disfrutado un montón contando contigo y lo que nos hemos reído. Y la cantidad de lugares, algunos a tomar por saco, donde nos han contratado. Ya contaré alguna anécdota más. Me viene a la memoria la vez que te contrataron para contar en una super-mega-casa de la Moraleja para celebrar el cumple de "la señora" esa es para contarla, si me das permiso.
Besos

Chiki dijo...

He cruzado los dedos para que te dé permiso. Yo te conocí contando el cuento del medio pollo y todavía me río al recordarlo.

Besos
Chiki

Beatriz Montero dijo...

Hola Chiki, yo también recuerdo ese medio pollito que conté en La Mandragora. Es uno de mis cuentos preferidos, jejeje.

Emilio Montero dijo...

JODER BEA!!

Y yo que pensaba que Fer era un tipo curioso por sus orejas... Y resulta que es motivada por el matamosquitos de un niño de la sierra de Madrid...

Muy bueno la verdad muy bueno, jejejjje.
Muy gracioso. Besos niña

Beatriz Montero dijo...

Gracias niño. Los matamosquitos de la sierra son bestiales.
Besos