miércoles, 2 de diciembre de 2009

Contando cuentos en Badajoz

No he hablado de mi viaje a finales de noviembre a Badajoz. Las seis horas en tren desde Madrid fueron mejor de lo que esperaba. Se me hizo corto el viaje, entre lectura de cuentos, periódicos, sudokus, el bocadillo de tortilla y las charlas con Enrique.
Por la ventanilla del tren, a la altura de Plasencia, empezaron a aparecer mantos verdes de campo. Había olvidado la extensión de terreno que puede haber en Extremadura entre un pueblo y otro sin ver edificaciones, ni siquiera una caseta de aperos. Por no haber no había ni una vaca despistada. Y eso fue una bomba de oxígeno para mi vista, que llevaba una semana viendo en Madrid árboles atrapados entre ladrillo y cemento. Ese mar verde de encinas era lo más parecido al mar de Tenerife.

La gente de Badajoz, muy acogedora. Será que las fronteras abren corazones. Los peques que fueron a escuchar los cuentos a la Biblioteca Pública participaron un montón y así es un placer compartir las historias. Repetiría, sin duda. Y ahora, recordando, me ha entrado nostalgia de mar verde.

Foto encontrada en www.iescasasviejas.net

4 comentarios:

Enrique Páez dijo...

¡Qué bonito!
¡Cuántas encinas!
¡No te comas mi bocadillo!

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Cuánta gente buena conozco por allí. Me alegro de que te acogieran tan bien. Un beso.

Belén dijo...

Tengo ganas de ir a Extremadura!

Besicos

Fernando Alcalá dijo...

Pues cuando queráis, en Extremadura siempre os esperaremos con los brazos abiertos.