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En la comida, Carlitos metió el cazo dentro de la olla y sirvió la sopa. Por fortuna, el abuelo no vio el gato, por lo que Ángeles y su hermano tuvieron que disimular las arcadas que les daba comer cocido de gato. El abuelo, que no sospechaba nada, se lo comió como si tal cosa. Y le debió de gustar, porque fue a repetir y Gregorio, que no pudo controlar el miedo que le entró al pensar en el castigo que le esperaba si el abuelo descubría el pastel, dijo al borde del llanto: “¡Ay, Carlitos, que ya sale!”. El abuelo metió el cazo en la olla y sacó una patata. “¡Ay, Carlitos, que ya sale!”. Y esa vez pescó un trozo de tocino. “¡Ay, Carlitos, que ya sale!”, gritó cuando del cazo asomó la cabeza del gatito muerto. Ángeles tuvo náuseas al ver salir del perol al gatito lleno de pelos, mojado y rebozado de fideos. El abuelo Carlitos apretó los dientes y les hizo repetir plato como escarmiento. Ángeles, cincuenta años después, sigue siendo incapaz de probar una cucharada de sopa.
6 comentarios:
Ay, mamaita, ita, ita, ¿quién será?
Cállate, hijita, que ya se irá.
Que no me voooy.
ah, qué historia...
Yo despuees de esa historia tampoco tomaria sopa nuevamente...que horror!!!!!!!!
Un abrazo
Por dios, pobre gato, pobre sopa, pobre familia, pobre carlitos...
Besicos
El hijo de mi prima hizo algo parecido: Teníamos un fuego enorme en el que estabamos tostando piñas piñoneras (una fiesta para quien lo hace desde pequeño), y el niño apareció con un gatito en los brazos y dijo qué pasaría si lo echamos al fuego, y aunque estabamos más de cinco personas alrededor del fuego no nos dio tiempo a detenerlo. Tampoco se escuchó sino el maullido de haber sido lanzado. Los niños es lo que tienen, espíritu científico.
Los gatos siempre son protagonistas de historias de este calibre; a mí me tienen contado, y de buena tinta, (chavalotes sanos de pueblo) historias de meter el gato en el bombo de la lavadora, en el váter con la tapa para abajo y tirar de la cisterna y lo más macabro, en el microondas. He visto tu comentario en la acequia y me acordé de Bea. Un saludo.
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