Yo andaba de vacaciones cuando llamaron a Fernando para que fuera a contar cuentos a una casa de lujo de la Moraleja en Madrid. Le pagaban bien. El encargo se lo hacía un tal Luis que pretendía hacer un regalo de cumpleaños sofisticado, así se lo dijo a Fernando por teléfono, a su mujer. Y como él estaría fuera ese día por motivos de trabajo quería hacerle un regalo original.
El viernes del cumpleaños Fernando se perdió en el laberinto de calles de la macro urbanización de lujo de la Moraleja. Tardó media hora en encontrar la casa. Le abrió la puerta una criada con cofia, de esas que uno piensa que ya no existen.
El viernes del cumpleaños Fernando se perdió en el laberinto de calles de la macro urbanización de lujo de la Moraleja. Tardó media hora en encontrar la casa. Le abrió la puerta una criada con cofia, de esas que uno piensa que ya no existen.
Ilustrador: Israel Mejia
- Hola vengo a contar cuentos. Es el regalo de cumpleaños de Luis. – dijo Fernando a la criada.
- Pase, por favor.
La criada le acompañó a un salón, más grande que su piso de Móstoles, lleno de unas cincuenta mujeres con copas de champán en la mano y un canapé en la otra, riendo y elogiándose las joyas. La esposa empezó a batir palmas al enterarse que había llegado el regalo de cumpleaños de su marido.
Fernando se puso en mitad del salón y comenzó a contar el cuento popular “Que es lo que las mujeres desean por encima de todas las cosas”. Se hizo el silencio. Alguna abandonó la copa de champán y le miró extasiada. Cuando llevaban diez minutos de cuento la cumpleañera interrumpió a Fernando.
- Oye, pero tú cuando te vas a quitar el pantalón. Deja el cuento y haz el striptease.
A Fernando se le aceleró el pulso. Las cincuentas mujeres corearon: ¡qué se lo quite!, ¡qué se lo quite! Intentó calmarlas, frenó con las palmas de la mano el impulso de alguna de ayudarle con el striptease. Se puso serio y les explicó que él no era stripper sino narrador. La anfitriona le puso mala cara. Y Fernando terminó de contar el cuento mientras ellas volvían a hacer corros agarrando sus copas de champán.
- Menudo regalo –dijo la esposa con un canapé en la boca- será capullo Luis.
16 comentarios:
ay, si es que la vida del cuentacuentos es muy arriesgada...
Mila dijo:
A mí unos amigos que me querían mucho me regalaron un estriper el día de mi cumple y comprendo, claramente, la decepción de esas buenas mujeres.
Besitos.
Ja, ja, ja, qué bueno. En el fondo Fernando tuvo que reirse un rato, al menos después de salir de allí.
Yo de todas maneras, estoy intrigada por saber qué decía el cuento sobre lo que desean las mujeres. Otro día nos lo cuentas.
Y sí a todas las entradas anteriores de cuéntale un cuento y verás. A mí todavía me encanta que me cuenten un cuento (y me lo creo todo a pies juntillas de principio a fin).
Un beso,
Carmen Cuevas
Pues ellas se lo pierden!!!
Sólo he estado una vez en un garito tipo 'boys', pero debo decir que me dio muuuucha vergüenza ajena ver a tantísimas de mis congéneres literalmente histéricas. Lo más sorprendenete es que además eran de mi edad, vaya, esa ni demasiado joven ni demasiado mayor como para que ver un hombre desnudo no sea un acontecimiento tan desquiciante!!!
Quita, quita, mucho mejor un narrador. Y si lo que se quiere es un striptease, prefiero uno real, aunque el hombre sea imperfecto y no le brillen los abdominales, pero que me haga el bailecito a mí sola y que sea de verdad
Y sí, porfa, cuéntanos el cuento de los deseos femeninos...
Besos con guindilla
Que pena!!! pobre tu amigo, debe haber sido terrible no?, pero el muy profesional.
Cuando me case por iglesia el regalo de mi cuñado fue que un Sr nos cantara el Ave Maria a capela en la iglesia, fue hermoso.
Un beso
Me ha recordado un cuento de Mishima que me gusto mucho y que esta en una coleccion llamada "Death in midsummer".
Una pareja esta en un centro comercial. Andan cortos de dinero. Se han citado alli con alguien que para ellos es muy importante. Y... (es que si te lo cuento, me cargo la gracia de la historia)
Ay, yo me habría quedado conforme con el cuentacuentos. No me seducen los strippers.
Es que eso del harén ya no se lleva.
Si es que las hay que no ven más allá de sus narices.
Ánimo para Fernando
¿Y dónde dices que hay que apuntarse para contar esos cuentos?
¿Eso paso de verdad? ¡No me lo puedo creer! ¡qué cutre las tias y qué morro! (Bueno en relidad peor hubiera sido al revés, ponerse a hacer strip en medio de unas intelectuales que esperaban escuchar a Shakespeare)
Hasta el prox show
Hola
Acabo de arribar a tu playa.
Me ha divertido esta entrada. Parece una escena de película de risa
Un saludo
P.D.:Guindillas no traigo. A ver si otro día me acuerdo y te echo alguna
Bueno, pero Fernando también podría haber contado el cuento mientras hacía el strp-tease. Digo yo.
¿Ande se fué la parejita Paez-Curry?
¡Katxis en la mar!
Llego ahora a este post de tu blog y me asombro. Será verdad? Sí... por qué no? En tal caso, menudo trago debió pasar el cuenta cuentos y menuda gentuza, siempre con el rollo del stripper!!!Saludos!
llego del blog de Enrique, claro... no sabía que tu tenías otro...
Te leeré, cuando querais volver después de semejante golpe...
Besicos
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