Sonia, mi vecina, movió los billetes de avión delante de sus hijas.
-Nos vamos de vacaciones a la playa.
Irene y Jimena saltaron y dieron palmadas. Sonia les dijo que en el hotel había una discoteca para niños. Jimena, que recién había cumplido los cuatro años, miró a su madre y dio brincos.
-Qué bien, mamá. Podré leer muchos cuentos.
Sonia se dio cuenta que Jimena había confundido la palabra discoteca con biblioteca.
-Jimena, la discoteca es para bailar.
-No, mamá. En la teca hay muchos cuentos y se pueden coger.
-Eso se llama biblioteca no discoteca.
-Sí, Jimena. -Le confirmó su hermana Irene que tiene siete años- En la discoteca hay canciones. Es muy divertido. ¿Verdad, mamá?
Jimena dejó de pegar saltos.
-Bueno –y suspiró- me llevaré cuentos.