Durante cinco años estuve recitando este romance y otros en el Museo Arqueológico Nacional (Madrid, Spain). El romancero nació en España y fue creado puntual e individualmente por autores cultos de los que no conocemos la identidad. Su difusión fue colectiva, como dice la escuela de Menéndez Pidal, no es extraño que la forma más antigua de transmisión y la que más ha durado en el tiempo y en el espacio sea la oral.
La fecha exacta del origen del romancero se desconoce pero algunos estudiosos lo sitúan a principios del S. XIV basándose en uno de los romances más antiguos de los que se tiene constancia “Válasme nuestra Señora” en el que se menciona a Fernando IV el Emplazado.
La mayor parte de los romances han llegado hasta nosotros gracias a la oralidad y también a los pliegos sueltos (cuatro hojillas plegadas de forma que resultaban ocho páginas a doble columna) donde se escribieron estos romances orales. Tienen una métrica muy definida: versos octosílabos y asonancia de los versos pares.
El romance de Gerineldo, que podéis ver en el video, es del S. XVI, periodo de consolidación del romance. Es quizá este romance de Gerineldo uno de los romances más difundidos en la tradición oral del romancero debido a sus sencillos versos y a los elementos folklóricos que traen a la mente otras narraciones similares.
Los principales rasgos estilísticos de los romances son:
- Diálogos que dan paso a la acción, o que sirven para saludar o invocar a los personajes.
-Como soy vuestro criado,
señora, burláis conmigo.
señora, burláis conmigo.
-No me burlo, Gerineldo,
que de veras te lo digo.
- Fórmulas adverbiales que indican circunstancias y fórmulas que identifican a un personaje.
- Aprisa llama a su paje
pidiéndole los vestidos.
- Fórmulas que expresan una emoción o estado emocional.
Despertado había el rey
de un sueño despavorido
- Repetición de palabras y sintagmas en versos sucesivos.
-Abráisme, la mi señora,
abráisme, cuerpo garrido.
abráisme, cuerpo garrido.
- Precisión temporal
-Entre las doce y la una,
que el rey estará dormido.
que el rey estará dormido.
-Gerineldo, Gerineldo
paje del rey más querido,
¡quién te tuviera esta noche
en mi jardín florecido!
¡Válgame Dios, Gerineldo,
cuerpo que tienes tan lindo!
-Como soy vuestro criado,
señora, burláis conmigo-
-No me burlo, Gerineldo,
que de veras te lo digo.
-¿Y cuándo señora mía,
cumpliréis lo prometido?
-Entre las doce y la una,
que el rey estará dormido.
Media noche ya es pasada
Gerineldo no ha venido
-¡Oh malhaya, Gerineldo,
quien amor puso contigo!
-Abráisme, la mi señora,
abráisme, cuerpo garrido.
-¿Quién a mi estancia se atreve?
¿Quién llama así a mi postigo?
-No os turbéis, señora mía,
que soy vuestro dulce amigo.
Tomáralo por la mano
y en el lecho lo ha metido.
Y entre juegos y deleites
la noche se les ha ido,
y allá hacia el amanecer
los dos se duermen vencidos.
Despertado había el rey
de un sueño despavorido:
¿Mataré yo a Gerineldo,
a quien crié como niño?
Pues si matare a la infant
mi reino estará perdido.
Pondré mi espada por medio
que me sirva de testigo;
Y salióse hacia el jardín
sin ser de nadie sentido.
Rebullíase la infanta
tres horas ya el sol salido;
con el frior de la espada
la dama se ha estremecido.
-Levántate, Gerineldo,
Levántate, dueño mío:
la espada del rey mi padre,
entre los dos ha dormido.
-¿Y adónde iré, mi señora,
que del rey no sea visto?
-Vete por ese jardín
cogiendo rosas y lirios;
pesares que te vinieren
yo los partiré contigo.
-¿Dónde vienes, Gerineldo,
tan mustio y descolorido?
-Vengo del jardín, buen rey,
de ver como ha florecido;
la fragancia de una rosa
la color me ha desvaído.
-De esa rosa que has cortado
mi espada será testigo
.
-Matadme, señor, matadme,
bien lo tengo merecido.
Ellos en estas razones,
la infanta a su padre vino:
-Rey y señor, no le mates
más dámelo por marido;
o si lo quieres matar
la muerte será conmigo.
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