Llegamos al aeropuerto de Tánger y de allí nos fuimos en taxi a Tetuán. Tetuán tiene un velo blanco que envuelve la ciudad. Uno sabe que llega a Tetuán cuando ve una colina llena de casas blancas.
Fuimos disfrutando del paisaje entre Tánger y Tetuán, pero durante esa hora no podíamos quitarnos la interrogación de la cara. ¿Nos abordarían sin parar por la calle para vendernos cualquier cosa: babuchas, pipas, hacer de guías, o pedirnos unos dírhams? Bajamos del taxi y nadie se nos acercó. Nos miraban, eso sí, miraban nuestros ojos de asombro. Arrastramos las maletas hacia el hotel que estaba dentro de la Medina. La calle principal Mohamed V estaba llena de top mantas: bolsos, zapatos, música, vaqueros, gafas de sol, champús, todo traído de Ceuta.
Alojamiento hotel Blanco Riad
La calle Mohamed V se ensancha en una preciosa plazoleta, y dos metros después en dirección hacia el Palacio Real, tapado por el toldo de una tienda, está el arco de una pequeña entrada a la Medina. Encima del arco estaba el nombre del hotel “Blanco Riad”. Caminamos por una calle estrecha, de paredes blancas hasta que vimos, unos metros más allá, otro cartel con una flecha hacia la izquierda que llevaba al hotel. Llamamos a la puerta de madera.
Entrar en el hotel fue como traspasar la frontera del tiempo. El hotel fue la casa del “Bachá”. Columnas blancas, una pequeña fuente en el patio, puertas de madera labrada, arcos mudéjares, mosaicos árabes con sabor a Las mil y unas noches. El bullicio de la Medina se apagó en cuanto traspasamos la puerta de entrada y el reloj se detuvo. El hotel mezclaba el aroma de casa tradicional marroquí (Riad), con las comodidades modernas en las habitaciones. Nos recibió Maribel, la dueña del hotel, con una sonrisa.
El primer día tuve que desayunar a la carrera porque tenía el tiempo justo para llegar al Instituto Cervantes e impartir el Taller “Los Secretos del cuentacuentos”. Me tomé el zumo de naranja recién exprimido, el café a medias (demasiado fuerte para mí, en cambio el té era delicioso). Me unté un poco de queso blanco con mermelada en uno de los tres tipos de pan riquísimos que nos sirvieron y salí corriendo.
Taller “Los secretos del cuentacuentos” en el Instituto Cervantes de Tetuán
El taller estuvo al completo. Casi todos eran profesores españoles del Instituto Cervantes o de los colegios españoles de Tetuán, también hubo algunos alumnos y profesores marroquís. Una gente maravillosa, de verdad.
Lo disfruté mucho. Nos reímos, jugamos y sobre todo contamos muchos cuentos. Dos días intensos pero muy productivos. Conocí a gente encantadora en una ciudad de ensueño, que más se puede pedir. Gracias a todos los asistentes y al Instituto Cervantes por hacerlo mágico. Gracias. Yo ya sueño con volver.
Dónde comer
- “La unión”, precio económico, está en la prolongación de la calle Mohamed V en un edificio blanco, como no, que tiene en la parte alta de su fachada un Fénix verde. Hay que pasar por el pasadizo de ese edificio, bajar las escaleras y a la izquierda ya se ve el letrero en español del restaurante. Es un local muy popular, y rico. Un plato de couscous cuesta 30 dirhams, es decir, 3 euros. Después de ese plato uno ya no se puede meter nada más en el cuerpo. El couscous es un plato que se toma todos los viernes, con él se suele beber un yogurt amargo muy rico.
- “La esquina del pescado”, precio medio, está en la misma calle que la Casa de España (donde también en puede tomar platos ricos, calle Chakib Arsalane, nº 690). La bandeja de pescados a la plancha por 100 dirhams, 10€, es uno de los platos más caros de la carta, está de muerte y con ella comen dos personas.
- “El Reducto” y “Blanco Riad” son dos hoteles que están uno seguido de otro, con comida muy rica. En el Blanco Riad, hay que reservar, tiene un precio fijo de 15€ por comensal, los platos muy creativos varían de un día a otro y están de muerte. “El Reducto” no tiene precio fijo pero sale más o menos por ese precio, tiene también comida tradicional y los postres son para no perdérselos, en especial la tarta de queso.
- Las pastelerías y panaderías de Tetuán son un vicio difícil de controlar. Yo me dejé seducir y probé todo tipo de dulces y panes. Si estaba acompañado de un té verde con menta, mejor que mejor.
La Medina de Tetuán
Con sus cinco siglos de historia es patrimonio de la Humanidad y era según Enrique muy pequeña. Vayas por donde vayas vuelves al mismo lugar, no hay pérdida, me dijo. Y yo me lo creí. Él había paseado por la Medina por la mañana. Así que por la tarde, a eso de las seis, nos fuimos juntos para allá.
Pasamos delante del Palacio Real, y nos adentramos en la Medina por una de las puertas de la parte oeste. Calles sinuosas, un hormiguero de gente cruzándose, cientos de tiendas pequeñas con sus productos colgando de las puertas y ventanas. Y caminamos y caminamos y nos perdimos. Porque la Medina no era pequeña, lo pequeño fue el paseo que Enrique dio por la mañana.
Estuvimos caminando sin parar durante una hora. Las calles estaban organizadas por gremios, unas callejuelas de ropa, otras de cazuelas, las más lujosas llenas de joyerías, y las de pescado y carne regadas por un fuerte olor. Me sorprendió el precio elevado que tenía la ropa, una túnica de mujer costaba entorno a 80€. Fuimos siguiendo el curso del agua y acabamos en el lado opuesto por el que habíamos entrado. Un lío, y una desesperación porque ya estaba anocheciendo.
La Medina era preciosa pero también tortuosa y laberíntica. Menos mal que en la muralla sur de la Medina vimos un mapa y nos orientamos un poquito. Volvimos a atravesar la Medina y nos acordábamos de Alá cada vez que terminábamos en un callejón sin salida. Logramos regresar a nuestro lugar de partida. Perderse en la Medina es un ritual de iniciación para experimentar. Aquí os dejo más fotografías algunas de la Medina y otras no, como el Teatro Español y la plaza del Palacio Real.
Cale de la medina de Tetuán |
Teatro Español |
Entrada a la Medina |
Una calle de Tetuán fuera de la Medina. |
Plaza Hassan II, al fondo con la bandera la puerta principal del Palacio Real. |
Restaurante El Reducto con Pablo y Enrique. |
1 comentario:
Buen relato, con buenos consejos y fotografías, acerca de esta maravillosa ciudad tan auténticamente Marroquí. Gracias por el relato!
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