sábado, 15 de agosto de 2009

Pinolere


Ayer viernes estuve en Pinolere (La Orotava, Tenerife) con mi espectáculo "Historias de adultos imperfectos". Nada más llegar al lugar quedé fascinada con la reconstrucción que han hecho de las casas pajares que eran las que antiguamente se destinaban al almacenamiento de la paja. También se guardaba parte del excedente de la cosecha, la comida de los animales y los aperos de labranza. Era un todo en uno.

Los pajares me recordaron a las casas de los cuentos de mi infancia. Podía ser la choza del bosque donde vivía el leñador con su mujer y sus hijos Hansel y Gretel, pongamos por caso. Allí, casi a la entrada del parque nacional del Teide, a 900 metros de altura, era como estar en otra isla. Las nubes se acumulaban en la falda del Teide y casi llegaban a la altura de la cabeza. Se podían tocar con solo alzar la mano, y las copas de las palmeras se escondían entre la niebla.

Los asistentes al cuentacuentos llevaban dos semanas en el campo de trabajo de Pinolere y venían de distintas regiones de la península. Solo tres eran canarios. Me recibieron con las manos aún manchadas de acuarela y una sonrisa en los labios. Aún les queda este fin de semana para disfrutar la Orotava antes de coger un avión de regreso a sus casas. Les conté que hace cinco años vine a contar cuentos a un Festival de Tenerife y quedé atrapada por la magia de la isla. Ellos se reían pero seguro que alguno regresará para vivir aquí.


Fotos de Fedac.org y Bienmesabe.org

4 comentarios:

Enrique Páez dijo...

Una contada chachi de las de los indios guarapachi.

Beatriz Montero dijo...

Enrique: "Mantiox chawe" (Esto es "gracias" en achí (idioma maya de Guatemala).

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Todo estaba más acorde con la naturaleza entonces.

Beatriz Montero dijo...

Pedro: A mí me parecen unas chozas preciosas. Pero se debe pasar un frío dentro.