Entro a comprar el pan en una tienda del Puerto de la Cruz y antes de pronunciar palabra, la dependienta, sin conocerme de nada, ya me había dicho amor, cariño y cielo de corrido. Y siento que siempre he estado en Tenerife, que la casa en la que estoy siempre la he vivido, que siempre escuché el mar, y que es normal estar a 18 grados en enero. Pero no, no siempre fue así. Nunca viví cerca del mar, mi familia sigue en Madrid y allí hace frío, mucho frío. Y aún así, me asombra que lo que vivo ahora no lo hubiera vivido antes. Sí, siempre llegamos al sitio donde nos esperan.
Y es que los recuerdos quedan punteados en la memoria, una memoria volátil. Volátil porque los recuerdos tienden a expandirse o encogerse en la memoria como si se tratara de nieve derretida o agua evaporada para terminar siendo un mar rizado de emociones. Y enredando en la memoria me llega una hermosa carta de nuestro amigo Manuel Maldonado, el dueño de la casa rural La Esencia (os la recomiendo, es una casa preciosa para descansar), en la que habla de los momentos que quedan grabados:
"...el cumpleaños de Enrique con tratamiento de reflexología, las luminosas mañanas de Murtosa, el espectacular montaje de Halloween del año pasado, las costillas de receta no secreta, el placer de brindar con buen vino por una buena cena en La Dacha...
Momentos que dejaran en nuestras vidas unas vivencias y unos sentimientos imborrables. Y precisamente cuando estamos intentando expresar todo esto, aparece nuestro amigo Saramago y nos echa una manita: “Siempre llegamos al sitio donde nos esperan” veo en su blog. Y esa es la sensación que hemos tenido todo este tiempo junto a vosotros: venimos los cuatro de Madrid y la amistad que no tuvimos allí pese a las coincidencias (esas que no existen) la encontramos en el Ambroz.
Lo que sucede es que nuestras vidas son una continua búsqueda de algo más y mejor...”
Y es que los recuerdos quedan punteados en la memoria, una memoria volátil. Volátil porque los recuerdos tienden a expandirse o encogerse en la memoria como si se tratara de nieve derretida o agua evaporada para terminar siendo un mar rizado de emociones. Y enredando en la memoria me llega una hermosa carta de nuestro amigo Manuel Maldonado, el dueño de la casa rural La Esencia (os la recomiendo, es una casa preciosa para descansar), en la que habla de los momentos que quedan grabados:
"...el cumpleaños de Enrique con tratamiento de reflexología, las luminosas mañanas de Murtosa, el espectacular montaje de Halloween del año pasado, las costillas de receta no secreta, el placer de brindar con buen vino por una buena cena en La Dacha...
Momentos que dejaran en nuestras vidas unas vivencias y unos sentimientos imborrables. Y precisamente cuando estamos intentando expresar todo esto, aparece nuestro amigo Saramago y nos echa una manita: “Siempre llegamos al sitio donde nos esperan” veo en su blog. Y esa es la sensación que hemos tenido todo este tiempo junto a vosotros: venimos los cuatro de Madrid y la amistad que no tuvimos allí pese a las coincidencias (esas que no existen) la encontramos en el Ambroz.
Lo que sucede es que nuestras vidas son una continua búsqueda de algo más y mejor...”
Ilustación de Riki Blanco.
6 comentarios:
Creo que siempre terminamos llegando a donde debemos estar. No sé si es nuestro último sitio, nuestro sitio definitivo. Pero me tranquiliza saber que nada sucede porque sí, que si llegamos a tal lugar, es porque nos están esperando.
Lo malo es que no siempre nos esperan con tanto cariño...
Al menos me alegro tanto que te guste estar en Tenerife, la temperatura hace seguramente que la gente sea mas cálida...pero querida Bea, hace casi 6 años que estoy aquí y ya aprendi a desconfiar, y a desconfiar mucho de los "cariños" y "cielos" (ahí va ET pinchando globos ajenos)
Creo que nos esperen o no, el destino, lo deseado, más tarde o más temprano se termina cumpliendo
Besos y feliz año
Definitivamente estan en el mejor lugar para Uds.
Un tremendo abrazo.
Tal vez acabemos llegando porque nunca nos fuimos. Ni falta que hacía.
Qué alegría saber que te estaban esperando. Qué alegría que te sientes en casa.
Feliz Año, preciosa.
Un beso
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